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Toque: Juan Ramón |
La compañía de Mayte Martín y Belén
Maya abrió el lunes dieciséis de junio el ciclo estival
flamenco del Teatro Real de Madrid. Un público entregado
obligó a ambas artistas a efectuar cinco saludos en una noche
que se recordará por sus prolongados aplausos.
Suele ser común que los espectáculos flamencos de
factura catalana alivien su habitual descompensación de aire
sureño con una puesta en escena impecable y grandes dosis
de calidad. Sinceramente algo así me esperaba de este espectáculo
antes de verle, pero posteriormente se pudo comprobar como ambas
artistas fueron capaces de hacer un espectáculo sin exención
de pellizco.
Todo comenzó con
una petenera, recordando a Pastora Pavón.
Acierto en la decisión de Mayte de presentarse de ésta
manera en tan magno escenario puesto que este cante lo domina perfectamente.
Personalmente considero que es un error la escasez de frecuencia
de la petenera en los repertorios habituales del cante a causa de
supersticiones sin claro referente histórico, puesto que
su ejecución permite disfrutar de un amplio abanico de tonalidades.
Acompañaba al baile con claros vestidos la hija del intelectual
del baile, Belén Maya.
Posteriormente, ya con el único acompañamiento de
la guitarra del catalán Juan Ramón Caro, Mayte realizó
la vidalita. De ahí, el cante derivó a una malagueña
que se transformó en fandangos abandolaos con reminiscencias
de romance respecto a un toque prácticamente al golpe con
sobriedad pero con esencia. Un giro casi al final del fandango se
convirtió en el momento principal del cante de la noche.
Tras los aplausos, ya entró todo el grupo, incorporándose
a la guitarra José Luis Montón. Harían una
bella versión de «la tarara» tras la cual vendría
un solo de guitarra de José Luis.
…movimientos perceptibles
pero no estruendosos,
notables pero no molestos, ligeros y gráciles.
Y regresó de nuevo el grupo al escenario para hacer unas
alegrías sin evidencias respecto al cante, con amplia sabiduría.
Belén vestida en tonos verdeazulados, supo recrear en su
cola la espuma que pudiera llegar a la arena de La Caleta gaditana.
Se asemejaba con respecto a las olas caleteras en que eran movimientos
perceptibles pero no estruendosos, notables pero no molestos, ligeros
y gráciles. A veces de intensa brevedad en el espacio pero
más cuantiosos en el tiempo. Belén con su baile crea
espacios conceptuales que arrastra, coloca, y posteriormente se
deja llevar por ellos. Estuvo la pareja (sin olvidar los acompañamientos)
tan a la altura del escenario donde se encontraba que los aplausos
duraron varios minutos al finalizar tan gaditana cantiña.
…velocidades que no
daban sensación de
apresuramiento, sino de templanza.
Posteriormente, Mayte se quedó sola en el escenario demostrando
su acertada devoción por la saga de los Pavón. Si
el espectáculo lo comenzó recordando a la Niña
de los Peines, en esta ocasión empezaría su tanda
de letras por tonás con aquella que popularizaría
Tomás Pavón de «en el barrio de Triana ya no
hay pluma ni tintero…». Así comenzó una tanda
de cantes donde pudo demostrar una vez más su cante de sabiduría.
Recuerda en cierto modo a Calixto Sánchez, aunque ambos sean
realmente diferentes.
Para cerrar el espectáculo, unas seguiriyas donde se pudo
ver de nuevo a ambas artistas en escena. Belén vestida en
cálidas tonalidades hizo un baile poco habitual en la seguiriya.
Normalmente el baile femenino de este palo se fundamenta en cortar
el aire, provocar rupturas temporales, y desafíos en desplantes.
Belén hizo un baile continuado, sin apenas roturas. Lo más
destacable fue su forma de convocar a la sutileza mediante rápidos
movimientos. Explicado de otra manera, sus velocidades no daban
sensación de apresuramiento, sino de templanza. Creo que
llegar a este punto le ha debido de costar bastante a Belén.
Su compañera Mayte, más que correcta por seguiriyas.
Dos artistas que supieron
estar sobradamente
a la altura del recinto escénico
El público no consintió a ambas artistas acabar de
este modo oficialmente su espectáculo, así que salieron
nuevamente con todo el grupo para hacer unas bulerías que
bailaron hasta los guitarristas. Sonoros aplausos, cinco salidas
a escena para saludar… y el público pedía todavía
más; pero tuvieron la suficiente sabiduría de saber
que una de las claves del éxito en un gran escenario es dejar
a la gente con más ganas de arte. En definitiva, un merecido
éxito para iniciar este ciclo flamenco del Teatro Real de
dos artistas que supieron estar sobradamente a la altura del recinto
escénico.
Biografía Mayte
Martín
Biografía Belen
Maya
Fotografía: Juan Carlos Toro