Texto: Antonio Conde
Fotos: Universal Music Spain
presentación de su nuevo disco 'Marina' en Granada
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Cante: Marina Heredia Texto: Antonio Conde En unos tiempos en los que la industria discográfica flamenca está de capa caida, todavía hay quién, a pesar de las visicitudes, se atreve a grabar el quejío flamenco, que sigue apareciendo a borbotones, que ya es algo. Y es que la voz de la granadina Marina Heredia es flamenca por los cuatro costaos. Ya sea en disco o en directo. Su voz a medio camino entre lo afilladamente roto y lo pulcramente laino le otorga el don de poder encarar los cantes adecuándola a los registros y necesidades de estos. Y eso no es fácil. Fue su tierra natal, la elegida para presentar su tercer trabajo discográfico. El más flamenco, el más íntimo. Si en su ópera prima buscó la flamenquería, la segunda se acercó en demasía al tango argentino y al bolero. Pero este último, de nombre «Marina» es sin duda el más flamenco. El Palacio de Congresos y Exposiciones de Granada abrió la puerta grande a la albaicinera. Una pena que una sala tan destartalada y tan grande no se llenara, aunque a pesar de esto, estuvieron los que estuvieron que estar, válgame la redundancia. Esperanza Fernández, Manolete, Tatiana Garrido, entre otros quisieron arropar a la cantaora. El espectáculo en sí, no defraudó lo más mínimo. Una presentación escenográfica cuidada, sin carga decorativa que desviara la atención, y un elenco de lujo en las partes musicales. Sus inseparables guitarras, en las manos de José Quevedo «Bolita» y Luís Mariano se vieron reforzadas por la del jerezano Diego del Morao, que la acompañó por seguirillas. Pero vamos al orden. Marina se deshizo en cante, y por derecho. Ecos de trilla, adornado con el pregón del uvero rematado por toná-saeta. De Granada se acordó en los tangos morunos «De los peroles», y en los fandangos del albaicín. Mientras Luís Mariano introducía magistralmente en tono de taranta, la albaicinera invocó a la minera y la levantica, vestida de corto, con sombreo de ala ancha, muy varonil. Recuerdos al genio de la sonanta Montoya en las falsetas que Mariano ejecutó en las malagueñas de corte chaconiano que dieron paso a la dedicatoria por soleá a su padre «El Parrón». Y este fue uno de los muchos momentos de recordar, cuando con soleá apolá echó las «higadillas» (como se suele decir). La entrada de Diego Del Morao arrancó de nuevo aplausos; y no es para menos. Porque amén de la soleá, la seguirilla de la cantaora se codeó con la jondura más endemoniada. La verdad es que nunca la he escuchado por seguirillas, como esta noche. Una pieza modernista e instrumental de Bolita y Paquito González volvió a dejar al público con dolor de manos, al aparecer en escena Parrita. A duo con la protagonista, interpretaron «No me lo creo», en lo que fue un amago de dualizar el cante. Bulerías y de nuevo esguinces de manos para aplaudir a Juán Manuel Fernádez Montoya «Farruquito». Las alegrias que ha compuesto para ella «Sed» fueron una fugaz aparición con intensos desplantes que supieron a poco. Y finalizando la velada, un agradecido recuerdo a Bambino en un coqueteo por rumbas. y como empezó, terminó: con pregones. Un nuevo paso en la carrera de Marina Heredia con un trabajo de lo más flamenco, que merece la pena escuchar con tranquilidad y extraer la esencia del buen cante. Chapó!!! |