Texto: Sara Arguijo
Fotos: Oscar Romero / La Bienal
Guitarra: Paco del Gastor, Manolo Franco, José Quevedo «El Bola», Dani de Morón y Manuel Valencia Colaboración especial: Dorantes Percusión: Paquito González Palmas y coros: Víctor Carrasco, Anabel Rivera y Diego Montoya – Teatro Lope de Vega 1 de octubre 2016
Marina Heredia, el arte como protagonista
La de Paco del Gastor, “mi ídolo, la guitarra que yo escuchaba de pequeña”. La de Manolo Franco “el toque clásico sevillano que no molesta al cante”. La de Dani de Morón que “no tiene nada que ver con Paco de Lucía pero lo tiene todo que ver y por eso me mueve por dentro”. La de José Quevedo Bolita, “mi alma gemela” y la de Manuel Valencia, “que ya sabéis la que está formando”. Seis guitarras con conceptos y colores totalmente distintos a las que Marina Heredia prestó su cante en una actitud de agradecimiento absoluto.
En ‘Contra las cuerdas’ Marina Heredia no buscó brillar con luz propia sino disfrutar de quienes tenía frente a su silla, cediéndoles incluso a ellos los focos en una muestra de generosidad. Claro que cuando la admiración es mutua y el trabajo se lleva a cabo desde el respeto no hay más protagonista que el arte.
Así, la cantaora granadina mostró su fuerza y sus salvajes cualidades vocales –con unos agudos que apuntan al más allá y unos bajos que erizan la piel- en un completísimo recital que fue in crescendo porque, si al principio se la vio fría y distante, al final del espectáculo su garganta quemaba y el público ardía.
Todo porque Marina es aficionada de las que le gusta escuchar y necesita sentir lo que canta, encontrarse a gusto, calentarse y, por eso, se crece aún más cuando las letras le llegan al alma. Como le sucedió con los tientos casi susurrados que le meció Franco, en los tangos morunos que el Bolita llenó de aroma, en el cuplé que Dani de Morón coloreó de matices, en las seguiriyas llevadas al límite con un Manuel Valencia apegado a la tierra o en su impresionante versión de Se nos rompió el amor por bulerías junto a las cinco sonantas con la que nos hizo llorar por la Jurado que tanto añoramos. Desde luego no hay otra cantaora actual que supere a la Heredia en este registro.
Punto aparte merece la sonanta de Paco del Gastor cuyo pulgar trajo al público sonidos que resonaban completamente nuevos por lo que tienen de añejo. Y especialmente emotivo fue, también, su recuerdo a Juan Peña El Lebrijano para lo que pidió la colaboración a la guitarra de su sobrino, David Peña Dorantes, que se encontraba entre el público ajeno a la inesperada sorpresa. “Sé que me lo perdonará”, bromeó, antes de susurrarle “¿hacemos las galeras?”. La voz de Marina fue entonces un lamento infinito con que gritar ‘Mi condena’. Puro corazón y emoción verdadera con la que también pudo haber terminado el espectáculo.