Baile: María del Mar Moreno, María Bermúdez,
Juan Ogalla Cante: Antonio Malena, Luis Moneo, Luis de Pacote Piano: José Zarzana Guitarra: Domingo Rubichi, Santiago Moreno Violín: Enrique Orellana Percusión: Luis de la Tota
Vale, ya vamos cogiendo el ritmo… rueda de prensa a la una del
mediodía con entrevistas, coloquio y aperitivo coincidiendo
con la grabación del programa de flamenco de José
María Castaño en una salita contigua, recital de cante
en el Museo Taurino a las 19 horas, actuación en el Teatro
Villamarta a las 21 horas y actividades varias en las peñas
y bodegas a partir de la medianoche. Los más valientes siguen
la marcha después. Ayer, día de Andalucía,
vuestra corresponsala llegó para el aperitivo pero cuando
pude dar con el Museo Taurino, Juan Villar iba por el último
«paseíto por la Muralla Real» y me tuve que conformar
con saludar a los colegas fingiendo que había estado presente.
No pasa nada… en Jerez hay marcha flamenca para vender y regalar,
y estos días casi todo se regala.
El catálogo oficial nos dice que la obra «Septiembre»
de la bailaora María del Mar Moreno «está inspirada
en una tragedia griega pero sublimada y transportada a la estética
de Andalucía». Ya me preguntaba yo que qué hacía
la gachí con la batería de cocina que pasaba la primera
mitad del espectáculo vaciando tacitas de agua de un cacharro
a otro tomando algún que otro sorbito de vez en cuando. Había
hojas otoñales y to', caídas del cielo sobre María
del Mar en un momento puntual. También había baile.
Una soleá y una petenera por la Moreno que también
cantó una nana con cierta credibilidad, soleá por
Juan Ogalla, taranto y una pantomima por siguiriyas que fue un desperdicio
del buen cante que lo acompañaba. El gran alivio llegó
cuando los cuatro cantaores se reunían delante, a palo seco,
haciendo lo que los cantaores de Jerez hacen con tantísima
destreza: cantar y bailar por bulerías.
Después de tan ambiciosa obra, el cambio de ambiente en
la Peña la Bulería fue tan brusco como bienvenido.
Cuarenta mil aficionados… bueno, unos cuatrocientos al menos,
estrujados a más no poder en el estrecho salón de
la peña para ver cantar y bailar a nueve «chavales»
como los presentó el venerable Pepe Marín – hombres
entre sesenta y ochenta años con toda la gracia y compás
de sus largas vivencias jerezanas. Marín dio la bienvenida
a «todos los foráneos» – había más
de un cincuenta por ciento de no españoles – añadiendo
que «aquí hay alegría y compás a raudales».
Los hombres se turnaron por soleá, tangos, fandangos, y cómo
no, bulerías, con sembradísimas pataítas,
destacándose con diferencia un ex-torero cómico, el
Gran Roque.
