Texto: Estela Zatania
Fotos: JeanLouis Duzert
Sábado,19 de enero, 2013. 20h. Teatro de Nimes (Francia)
CUATRO ESPECTÁCULOS PARA CLAUSURAR EL FESTIVAL DE NIMES
Baile: Marco Flores. Cante: Mercedes Cortés, Fabiola Pérez. Guitarra: Antonia Jiménez, Bettina Flater. Cuerpo de baile: Guadalupe Torres, Carmen Coy, Lidón Patiño.
El último día del Festival de Flamenco de Nimes había un completísimo programa de sorprendente amplitud, y ni la lluvia helada hizo mella en la taquilla.
A las cinco de la tarde en la sala alternativa Paloma Club, asistimos al recital de la joven onubense Rocío Márquez que arrasó en el concurso de La Unión hace cuatro años. Llegó a Nimes con su guitarrista Alfredo Lagos, tan querido en este festival, para dejar constancia de su particular visión retro del cante, devolviéndonos a los tiempos de Pepe Marchena con la exquisitez melismática que caracteriza su decir, y que vuelve a estar de moda.
Después, un salto estilístico en el íntimo ambiente de un acogedor bar y restaurante del casco antiguo. Diego Carrasco, un artista cuya presencia en el Festival de Nimes es una constante, presentó su nueva grabación, “Hippytano”, el primer trabajo discográfico del creativo jerezano tras ocho años desde el anterior.
Un poco más tarde en el teatro tuvo lugar la actuación principal del día, “De Flamencas”, un espectáculo redondo que está recibiendo merecidos halagos gracias a su cuidada presentación y la gran calidad artística de todos los componentes, todas mujeres excepto por Marco Flores, bailaor principal además de coreógrafo y director de la obra.
Pero “De Flamencas” es mucho más que un espectáculo de mujeres. Es buen cante, guitarra y baile. Es la actualización del baile flamenco de pareja, un apartado del género que había quedado demodé y necesitado de nuevas formas. Es el valor de abrir nada menos que por marianas, un cante olvidado y posiblemente nunca bailado hasta ahora. Es saber aprovechar el compás abandolao, álter ego de la bulería, o dar un tratamiento original a los fandangos de Huelva. Es también la actualización de liviana y serrana rematada con la siguiriya “del cuco” en la voz de la joven cantaora Fabiola Pérez, llena de matices flamencas y poderío. Y esa granaína de Mercedes Cortes, o de hecho, cualquiera de los cantes que interpretó. Cuatro mujeres bailando una nana tampoco se ve todos los días, y queda francamente bien. Marco Flores ha tenido el buen gusto de construir su espectáculo sobre un sólido armazón de cante.
Las dos guitarristas, Antonia Jiménez y Bettina Flater, han currado el acompañamiento que luce interesantes armonías y bellas evocativas disonancias.
Y Marco. Pocos bailaores combinan la elegancia, sutileza y flamencura a la antigua mejor que el joven arcense. Sus cantiñas y la apoteósica soleá demuestran que tiene un sentido muy fino de “cómo se le ve” en cualquier momento, como si tuviera un espejo interno que hace imposible que ningún movimiento quede desdibujado o fuera de lugar.
Noventa minutos sin parar, transiciones perfectas, una puesta en escena limpia y un Marco Flores mejor que ayer, no tan bien como mañana, porque es un artista que no hace más que crecer.
A las diez y media en el Café Cantante Odeón, Ana Pérez, bailaora de Marsella que vive y trabaja en Sevilla, presentó una ambiciosa obra apoyada por las guitarras de Manuel Gómez y Pepe Fernández, la percusión de Javier Teruel y las sabias voces de Juan José Amador y Pepe de Pura.