Texto: Estela Zatania
Fotos: Rafael Manjavacas
XVIII Bienal de Flamenco de Sevilla
Domingo, 21 de septiembre, 2014. 2030h. Teatro de la Maestranza
Especial XVIII Bienal de Flamenco – Toda la información
LA BOCA ME SABE A CANELA, MANUELA
Baile: Manuela Carrasco. Cuerpo de baile: Saray de los Reyes, Lole de los Reyes, La Marquesita. Cante: Enrique «El Extremeño», Pepe de Pura, Zamara Carrasco, Mara Rey. Guitarra: Paco Jarana, Juan Campallo, Manuel de la Luz. Percusión: José Carrasco y palmas: El Choro, Jesús Corbacho. Artistas invitados: Miguel Poveda, Diego Amador.
La bailaora Manuela Carrasco ha sido la estrella de la jornada del domingo en la Bienal de Flamenco de Sevilla. Figura de culto, guapa madurez, poderío, garbo de mujer andaluza, estampa de lo más racial del arte jondo…pocos aficionados no guardan un sitio especial en su corazón para esta mujerona que sigue entregando un tipo de flamenco que a veces parece más soñado que real. A estas alturas también queremos, cómo no, a los jóvenes vanguardistas con sus sorprendentes creaciones, pero como cantaba Luis de la Pica: «Manuela, Manuela, Manuela, cuando escucho tu nombre, la boca me sabe a canela».
El racismo en el flamenco ha quedado demodé, pero el romanticismo asociado difícilmente se divorcia de la naturaleza de este género que tiene fama de plasmar emociones intensas, libertad y autenticidad como ningún otro. El baile de Manuela Carrasco promete todo eso, y más. También es la dignidad de la mujer y la elegancia sin cursilería.
En esta ocasión ha beneficiado del asesoramiento experto de Juana Casado en la dirección y escenografía, que puso un toque de orden y sofisticación sin restar espontaneidad. Otra novedad fue la inclusión de un cuerpo de baile femenino de tres mujeres. Pero lo más notable fueron las intervenciones de los artistas invitados, Diego Amador al piano y cante, recordando aquella «Canastera» de Camarón, bailada por Manuela, y el popularísimo Miguel Poveda, cuya aparición en el escenario provocó una de las ovaciones más emocionadas de la noche. Amador también se acompañó al piano por fandangos naturales, hasta uno del Gloria que quedó muy bien. Su voz y piano, con las guitarras de Paco Jarana, Juan Campallo y Manuel de la Luz se unieron por soleá.
Las tres bailaoras interpretaron alegrías con una coreografía refrescantemente variada: en lugar de todas iguales en todo momento, había desigualdades intencionadas que mantenían el interés.
Poveda cantó tientos tangos caminando con soltura por el escenario en lugar de sentado delante del micro, un detalle que aporta mucha vida. Para algunos, chocaba la colaboración de Manuela con Poveda, pero el flamenco los unió en la misma onda por soleá, rozando lo sublime. «Se parece a la Giralda» le canta Miguel a la Carrasco cuando la bailaora levanta sus majestuosos brazos. Con el poderío de Manuela y la sensibilidad cantaora del catalán, el carisma de ambos se multiplicó, habilitando algunos momentos francamente inolvidables. Ojalá el gran veterano Enrique Extremeño, relegado a palmero para la soleá, hubiera podido aportar un par de letras en honor a los treinta años que lleva cantándole a Manuela para este emblemático baile.
A las once de la noche, en el Teatro Central, Belén Maya presentó su galardonada obra «Los Invitados», con la destacada colaboración de Manuel Liñán.