Maneras de SER de Mayte Martín

Mayte Martin - Madrid es Música

Mayte Martin - Madrid es Música

Decíamos ayer que reflexionamos poco sobre lo que le ocurre al flamenco. Hay que precisar que casi todos lo intentamos desde nuestras atalayas individuales mientras que apenas se contrasta en congresos y/o mesas redondas. Hace falta más epistemología, término filosófico definido como: “Teoría de los fundamentos y métodos del conocimiento científico”.

Juan Vergillos ofreció una conferencia en el Sherry Jazz festival celebrado en Jerez en 2013 en el que destacaba un capítulo sobre la historia del baile titulado “Carmen Amaya versus Escuela Sevillana de Baile” según la cual Carmen Amaya representa el “Hacer” y Pastora Imperio el “Ser”. Ahora llevamos dos jornadas de la suma flamenca y ya tenemos dos ejemplos clarísimos del SER (Mayte Martín) y del HACER (Rocío Márquez) que cantó desde el suelo, encima y debajo de la mesa, dando vueltas, tocando un pandero, dentro y fuera de la escena. En resumen: un no parar.

En cambio Mayte Martín salió de la mano del guitarrista José Gálvez y no añadió nada más que su propia visión del cante, sin cambios en las luces, ni movimientos en escena. Algunos piensan que el artista no debe mirar otros horizontes, permanecer en la pureza, sin mancharse. Ser como siempre se ha sido… Ahí se equivocan con Mayte Martín que proclama desde su web: “El flamenco es mi origen no mi yugo”.

CON TETE MONTOLIU

Mayte no había grabado su primer disco cuando tuvo una experiencia con el pianista Tete Montoliu cantando boleros. Una anomalía porque Tete, genio y figura mundial del jazz, había declarado que “todas las cantantes que conocía estaban locas” y además no parecía dispuesto a volver a grabar un bolero en la vida. Cualquier ser humano normal hubiera mandado al carajo su reputación flamenca para lanzarse a una aventura con Tete Montoliú cantando boleros o lo que sea. Repercusión máxima y calidad garantizada, además de un meneo considerable a un repertorio desgastado por la repetición. Mayte bloqueó cualquier posibilidad hasta que grabó su primer disco flamenco “Muy frágil” (1994). Cuando por fín se editó “free boleros” (1996) con Tete tuve la posibilidad de entrevistar a la pareja por teléfono. Tete estaba eufórico y Mayte también. Estoy ansioso por leer el libro que Pere Pons ha escrito sobre Tete para ver cómo Pere narra el asunto. Lo más desconcertante de todo es lo que me contó Mayte: “Tete no se creía que fuera una cantante de flamenco y jamás quiso escucharme cantar flamenco”.

Quizás conviene aclarar que Mayte y Tete se conocieron en un bar minúsculo de Barcelona donde Tete se enamoró de la manera de cantar boleros de Mayte. El resto es otro misterio. Mayte ha desarrollado una carrera como cantante extraterrestre grabando con las hermanas Labeque, los poemas de Manuel Alcántara, un espectáculo con Belén Maya en 2013 que Miguel Morán consiguió programar en el flamenco on fire de Pamplona en el que Mayte interpretó “Tempo rubato” con arreglos de cuerda de Joan Albert Amargós y que Belén Maya bailó sin que sonara un minuto de flamenco.

Nunca vimos una pareja más flamenca que en ese instante. Así que sí Mayte Martin ha elegido su manera de SER y parece feliz. En una playlist elaborada por la cantaora https://gladyspalmera.com/mayte-martin-el-flamenco-que-me-cautivo/ repasa las mayores influencias de su niñez, desde Pastora Pavón “La Niña de los Peines” hasta los fandangos de Antonio El Rubio cantados por Camarón pasando por Manolo Caracol, Pepe Marchena, La Repompa de Málaga, El Chaqueta, Chocolate, Juanito Maravillas, El Carbonerillo, Juanito Valderrama, La Marelu hasta llegar a Lole y Manuel, casi siempre por fandangos que demuestran cómo ese cante fue el más grabado y difundido en la posguerra hasta la aparición del “mairenismo” que reaccionó frente a los fandangos como se reacciona contra las canciones del verano, por sobredosis.

Aquí es donde encontramos el SER de Mayte Martín, despojada de palmeros, cajones y todos los instrumentos que han llegado en los últimos 40 años, los recitales de Mayte pasan de un cante a otro sin que importe demasiado si es esto o lo otro, sin énfasis en el compás. Eso dibuja una dinámica muy estable que focaliza los detalles del fraseo sin que apenas se rompa la voz en expresiones desmesuradas, sin alardes. Todo es de una sensibilidad extrema y delicada. Lo primero que destacó al dirigirse al publico fue que en el cartel de la Suma estaba su querida y admirada Niña de los Peines para luego corregir la posición de la cejilla de José Gálvez, y pedir que le subieran los monitores. En resumen quería estar cómoda para ofrecerse a un público que había agotado las entradas en unas horas. A Mayte la queremos igual cante lo que cante, pero cuando canta flamenco siempre alcanza detalles en el camino de lo sublime. Ayer fue por seguiriyas y por Manolo Caracol, con el “Gurugú” de Pastora y en la despedida por bulerías en la que encajó varios grandes éxitos de otras épocas incluida la copla dedicada a María de las Mercedes. Gálvez tuvo momentos de una concisión sobrenatural. Eso llegó al final, antes había roto el protocolo de los flamencos clásicos, que apenas expresan lo que ocurre en escena. En un momento le gustó tanto lo que cantaba Mayte que unió su aplauso con el del público en un gesto inédito en estas circunstancias.

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