LV Potaje Gitano de Utrera. Homenaje a Juan Habichuela.

Texto: Estela Zatania
Fotos: Steve Kahn

Pansequito, Dorantes, Pastori, La Farruca

LV POTAJE GITANO DE UTRERA
Sábado, 25 de junio, 2011. 2230h.
Colegio Salesiano, Utrera
Homenaje a Juan Carmona “Habichuela”

Cante: Pansequito, Niña Pastori. Piano: David “Dorantes”. Baile: La Farruca

UN POTAJE SIN HABICHUELA

Bien entrado en su segundo medio siglo, el más veterano de todos los festivales flamencos ha logrado el milagro de organizar su quincuagésimo quinta edición, con un cartel de calidad y mil cuatrocientas entradas vendidas.  Que a su vez, representa los mil cuatrocientos platos de “frijones con muchos ajos”, como rige la tradición, consumidos anoche con cuchara de palo.  Con la dolorosa pérdida, una tras una, de los grandes intérpretes utreranos del flamenco, lo más emblemático de esta localidad es ahora el mismo Potaje Gitano de Utrera.

El homenaje del venerable festival ha sido este año para Juan Carmona “Habichuela”, a punto de cumplir los 78 años, una de las figuras actuales más queridas del flamenco, y primer guitarrista homenajeado en la larga historia del Potaje.  Pero el maestro granadino, Premio de Córdoba en 1974, Premio de la Cátedra de Jerez en 1976, Galardón “Calle de Alcalá” en 1995, undécimo Compás del Cante en 1996 y miembro honorífico del claustro de las Artes de la Universidad de Alcalá de Henares entre muchas otras distinciones, no pudo estar presente por motivos de salud; cómo irónicamente lamentó el presentador Pepe da Rosa, hijo de aquel padre humorista y cantante del mismo nombre: “un Potaje sin Habichuela”.

Pero el espectáculo no defraudó, dentro de las expectaciones que corresponden al año 2011.  Los carteles que había antiguamente, de quince o veinte artistas de primer nivel, que unos añoran y otros condenan, ya no pueden ser.  Este tercer año de la crisis económica, apenas se han notado cambios en el ambiente del patio del Colegio Salesiano, o incluso se ha sentido un público más aficionado, menos ansioso de lo meramente mediático.


David Peña «Dorantes»

Abrió David Peña “Dorantes”.  Su presencia en un Potaje es casi más un detalle sentimental que artístico, ya que los lazos familiares y psicológicos que unen al pianista lebrijano con Utrera son muy fuertes, aunque su música, su hermosa música, quizás no acaba de encajar.  No soy quién para decir si lo que toca es o no flamenco, pero indudablemente la irresistible belleza de sus composiciones, especialmente esa obra maestra “Orobroy”, sirvió de magnífica obertura a una larga noche flamenca.

José Cortés, “Pansequito”, tuvo una impecable actuación con Manuel Parrilla a la guitarra.  Ahora sí, podías cerrar los ojos y recordar hace décadas cuando esta voz, todavía ahora repleta de facultades, fue el presagio de una nueva época flamenca poblada por Camarón, Turronero, Juan Villar y Rancapino entre otros, aquella impresionante promoción que demasiado pronto quedó eclipsada por cosas todavía más novedosas.  Pansequito sigue tan relevante y fresco como la hierbabuena que ahora alegra la ventana de mi cocina.  Esas alegrías suyas tan personales, un palo donde siempre se mueve en busca del feeling “jondo”.  Por soleá con la voz llena de color, por taranto, personalizando y creando, por bulerías te estira, te cuelga, te exprime y finalmente te entrega al terreno más flamenco.  Uno de los grandes que nos quedan. 


José Cortés, “Pansequito” con Manuel Parrilla

La tercera figura de la noche fue la cañaílla Niña Pastori, para complacer un sector del público que tiene menos paciencia para con las formas clásicas del cante.  Con el lujo guitarrístico de Diego del Morao, la “niña”, ahora mujer y madre, desplegó sus alegrías cantiñas acancionadas con buen gusto y conocimientos, sonando muy flamenca.  Diego del Morao es un milagro, lo mismo te toca por Jerez rancio, que abriga perfectamente al cante más contemporáneo, aunque sus chanclas de playa provocaron comentarios.  Por bulerías muy flamenca la Niña, y fandangos caracoleros para cerrar.


Niña Pastori

El potaje comestible se despacha, y aterriza en el escenario la animala llamada Farruca.  Esta dinastía de bailaores no entiende de las medias tintas.  Alegrías impactantes de presentación con buena selección de voces como también es costumbre: Mara Rey, el Granaíno y Manuel el Zambullo, con Juan Requena a la guitarra. Cante por bulerías, y recordamos el buen sabor que nos dejó el Granaíno hace pocos meses en el último Festival de Jerez.  Ella, tremenda por soleá, en el sentido más literal de la palabra.  Y esto, a pesar del pésimo sonido del suelo, ojalá volviéramos a los suelos sin amplificación.  La actuación de la Farruca es la entrega total sobre un fondo de profundos conocimientos, fuerza y un gusto de lo más flamenco.  El numeroso público demostró su agradecimiento poniéndose en pie como una pieza.   

Vemos un audiovisual sobre Habichuela, y actúa un excelente cuadro local con las destacadas intervenciones de Antonio el Cuchara, actual patriarca del flamenco utrerano, Tomás de Perrate que acaba de editar una nueva grabación y la veterana Ana Peña entre otros. 


La Farruca

 


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