Texto & fotos: Antonio Conde
Javier Latorre, Fuensanta La Moneta, Antonio Campos, Pablo Suárez, Manuel Liñán, Moisés Navarro, Carmen La Talegona
Echando la vista atrás, he revisado las reseñas que se han publicado en nuestra página en los últimos años de 'Los veranos del Corral'. En todas ellas remarco al comienzo que la crisis, por suerte, no había hecho mella en este ciclo veraniego. Este año ha tocado y de lleno. Por suerte, no en la calidad de los artistas programados, pues cada año la nómina de los que nos visitan es de mayor calidad. Pero el billetaje se resiente y a pesar del gran cartel de la primera semana, en ninguna de las noches se ha llegado a llenar 'la corrala'. Muchos son los problemas que le vienen encima a la cultura en nuestro pais, y aunque no es menester ahondar, pues no es el momento ni el lugar, si que es reseñable el daño que va a ocasionar al flamenco desde la subida del IVA hasta los recortes de subvenciones y ayudas a todo tipo de festivales. Dejando de lado esta situación, la programación del Corral sigue acertando en la programación. No sólo apuesta por las jóvenes promesas, sino que busca el reclamo de grandes artistas para complementar el diseño artístico. Instantes antes del comienzo en homenaje al maestro Enrique Morente, se presentó el segundo libro que ha editado la revista 'Boronia' sobre la figura del genial cantaor. La inauguración corrió a cargo del coreógrafo Javier Latorre. Cada vez es más difícil verlo en las tablas de un escenario y menos como protagonista. Latorre es un clásico de principio a fin. En su figura se pueden reconocer a la mayoría de bailaores/as jóvenes del panorama flamenco. Y no es para menos. Principió por tonás con el cante del Galli y de Miguel Lavi, a cuál mejor. Su figura no necesita de alardes para demostrar quién es. Latorre es flamenco con solo una mirada. Posee el don del magisterio basado en un concepto clásico elevado a la vanguardia más actual. Aúna ambas estéticas y camina de una a otra sin darnos cuenta. Por taranto eclipsó en cada movimiento de hombro, en cada soniquete de sus pies, y por alegrías hasta recibió el homenaje en forma de cante del atrás cantaor. Las guitarras jóvenes de Gabriel Expósito y Luís Medina dieron empaque musical al cuadro. Como artista invitada una granadina de excepción, probablemente la mejor bailaora que posee Granada en estos momentos. Seguiriyas, soleá por bulerías y un final de forma de paso a dos junto al coreógrafo. La Moneta posee un gesto de expresión furtiva, tanto en su baile como en su figura. Baila con la mirada, genera tensión en cada remate y se rebusca en cada giro. Con el listón bien alto, Moisés Navarro vino acompañado de Moi de Morón y 'El Pulga' al cante y Paco Iglesias y Rubén Romero a la sonanta. Su baile no es nuevo para el público. A resaltar su facilidad para pasar del reposo más absoluto al histrionismo. Pero cuando se abusa de este recurso se peca de repetitivo. No en vano, apostar por el talento que posee para con sus pies es útil siempre que no se descuide el resto. La colaboración de Angelita Montoya ayudó a redondear ciertas carencias del protagonista por tangos y soleá. La sorpresa de la semana y a pesar de lo que queda por venir en las próximas semanas, yo diría que de todo el ciclo, fue el estreno de Antonio Campos. Su mente inquieta le lleva a crear espectáculos de sobresaliente. Ya lo vimos el año anterior con otro estreno que causó impresión. Sería difícil pensar que en apenas este tiempo ha conseguido superarse a si mismo. Con este estreno no sólo demuestra que va un paso por delante de la mayoría sino que la brillantez, el buen gusto y la sabiduría que ha adquirido le otorgan una posición aventajada en los nuevos modelos estéticos y cantaores de los últimos años. Sólo necesitó a Pablo Suárez al piano y a Manuel Liñán al baile. Se cumple aquello de 'menos es más'. Una obra redonda se mire por donde se mire. 'Como las olitas del mar' se argumenta como una zambra que abre la noche tiznada de azul eléctrico con la voz de Antonio. Liñán toma el testigo con el sólo argumento de su baile; es vanguardista, en ocasiones muy cerca de la estética de 'la casa de Los Galván', aunque sólo en la proporción justa lo que, sumado a su sello propio deriva en un catálogo experimental soberbio. Milonga con piano para Campos y de nuevo Manuel en solitario. Con la sola música de sus pies es capaz de resolver acertadamente las transiciones musicales que en realidad no lo son, o al menos no lo aparentan, como eje motriz del estreno. En solitario Pablo se reinventa a si mismo con unas granainas de órdago que finalizan con el cante de Campos. Recuerdo a Jose Heredia Maya en forma de versos recitados en calé (garlochi oripandó). El recorrido se completó con un sólo de piano, bamberas y bulerias romanceadas en un final de manual del buen gusto. Imprescindible ver este espectáculo. La última noche de la semana se la adjudicó La Talegona. Es la primera vez que visita 'El Corral' y dejó detalles que el público supo valorar. Al cante, Juañares y Roberto Lorente y a la sonanta Paco Cruz. Hizo algo que personalmente valoro y es que sus bailes no se alarguen en el tiempo, pues se pierde intensidad y terminan por cansar. No fue el caso y acertó en el minutaje tanto en la granaina con mantón como en la farruca y la soleá. Ella tiene ese punto que prescinde de la técnica superficial para darse en forma natural, sin aspavientos ni aportaciones vacías; se provoca a si misma y se entiende lo que dice a través de su cuerpo. Los espacios del espectáculo estuvieron organizados en zambra (La salvaora, en la voz de Lorente) fandangos (con detalles de Caracol y Chocolate de Juañares) y seguiriyas.
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