Texto & fotos: Antonio Conde
El público que haya acudido a las citas flamencas de esta semana en el Corral se habrá dado cuenta, posiblemente, de cuando si y cuando no. De cuando si se disfruta de un espectáculo aunque estructuralmente no se venda ningún producto, pero el resultado sea un gran producto. Y de cuando el producto está rematadamente trabajado y el resultado no existe. Será que el flamenco es un arte que a veces no entiende de tecnicismos y si de una naturaleza en ocasiones inexplicable.
Del lunes al viernes, un abismo. Entre medias, diferentes visiones de la disciplina escénica, de la estética de la danza y de como entender el flamenco.
El lunes estaba anunciada La Moneta como artista invitada, pero no pudo acudir a la invitación hecha por Antonio Canales. Asi que tuvo que rellenar el proscenio el solo. Al menos en baile. Con el cante de Jaime 'El Parrón' y el 'Galli' y la guitarra de Paco Iglesias improvisó de principio a fin. Esto pueda parecer a priori una falta de respeto al público, es decir, el hecho de presentar una noche de baile sin traer nada preparado; pero la realidad es que Canales es un maestro y tiene un público incondicional. A cada remate, fervor en las gradas; a cada desplante, decenas de 'olés'. Y todo esto sin un guión preparado. En el cante, cartageneras del Galli y soleá del 'Parrón'. Para el baile, bulerias, seguiriyas (empezadas por el final) y soleá con un fin de fiesta por tangos (con cante del propio Canales) El no-guión, siempre el mismo, pero tampoco le hizo falta. A Canales lo conocemos y tiene recursos de sobra, a parte de tener ese puntito de teatrero que tanto gusta a algunos.
Maripaz Lucena es el oficio en su figura. Tiene tablas y se le nota. Su máxima es el recuerdo en su baile a Mario Maya a cada instante, aunque ha conseguido personalisarse. Y eso es bueno. Acompañada de Roberto Lorente y Pedro Obregón al cante, arrancan con toná y cabal mientras ella dibuja el cante. Es clásica en la forma de moverse, fiel a un estilo del que no se aleja en ningún momento. Sus pies brillan con luz propia; suenan en la justa medida. Y este patrón corporal lo mantiene en las alegrias y en la soleá. Entre medias transiciona al baile la guitarra por levante de Luis Mariano; un portentoso guitarrista de escuela sacromontana que habla con la guitarra.
El miércoles acudió al Corral la sevillana Saray de los Reyes, hija de Juan de los Reyes.
Para el jueves la ganadora del premio unionense 'Desplante minero' no hizo sino corroborar que el premio recibido es más que merecido.
Comenzó con caña, rica en matices y clásica en el gesto. Posee un don en sus muñecas. Es increible ver como se mueven, con vida propia y, como extensiones de sus magníficos brazos asumen la responsabilidad de completar el acompañamiento de sus pies. Las características de la escuela sevillana son notables y la acompañan de principio a fin pero en ella hay encriptada una personalidad muy fuerte que la hacen ser propia. Si una virtud tienen algunos bailaores/as jóvenes (y La Piñona la tiene) es la de desvincularse de las escuelas de las que aprenden para tejer un estilo propio basado en el aprendizaje de sus maestros. No es fácil adquirir el dominio suficiente para ello, pero aquellos que lo consiguen, sin duda están dados a ser grandes del baile, sin menospreciar al resto.