Chano Domínguez en Suma Flamenca. Teatros del Canal
Bandolero, percusión
Blas Córdoba Kejio, cante y compás
Daniel Navarro, baile y compás
José Manuel Gómez Gufi
El pianista más viajero de nuestro jazz/flamenco visita Madrid desde su residencia neoyorquina. En el último año ha cambiado la costa Oeste por la gran Manzana. Chano presentó “Piano ibérico” el álbum que grabó para el legendario sello Blue Note en 2010 en el que pone de manifiesto y sobre las teclas que los primeros pianistas que tocaron flamenco fueron Mompou, Albéniz, Granados y Falla (nuestros clásicos) y comenzó su concierto en la suma flamenca por alegrías con el apoyo del cantaor Blas Córdoba Kejío un cantaor que siempre se ha adaptado a las mil maravillas a las músicas que propone Chano.
De momento, nadie ha acusado a Chano de apropiación cultural por el hecho de tocar jazz (un estilo que, ya saben, no es originario de aquí) para mezclarlo con su propias querencias flamencas (donde se sabe que abundan los defensores de las esencias y tradiciones).
En el centro del escenario se puso José Manuel Ruiz Motos más conocido como “Bandolero” al frente de un set que era un monumento al mestizaje bastardo. Sentado sobre un cajón flamenco (originario del Perú) a su izquierda una conga (desarrollada en Cuba) a la que añade un cencerro (también del Caribe) una caja de las de Nueva Orleans, un pandero que pudiera ser gallego, un djembé del Senegal y una colección completa de platos habituales en el jazz, suponemos que norteamericanos. Y sin embargo, su música es inequivocamente flamenca y descaradamente jazzística como demostró en el intercambio de compases con el pianista, un ejercicio habitual en el jazz que practicaba Paco de Lucía en sus grupos.
SIN PARTITURAS
Tampoco se quejó ningún músico clásico de que no hubiera partituras y así las melodías de Albeniz y Granados pasaban por las manos de Chano para transformarse en jazz adquirían compás flamenco en las palmas de El Kejío y del bailador Daniel Navarro mientras que Bandolero transformaba sus toques en una sinfonía planetaria que lo mismo hubiera servido para Duke Ellington. Los músicos jaleaban al pianista y Chano respondía con desplantes flamencos, cubanos y jazzísticos (ahora un “manisero” después un “caravan”).
Ya saben que lo del “Fuego fatuo” de Falla se ha cantado de varias maneras diferentes y cuando lo hace Blas Córdoba parece la más lógica, Daniel Navarro bailó en las posiciones clásicas (Escudero/Gades/Mario Maya) y Domínguez interpretó “Blue in green” de Miles Davis, de su disco de 1959 “Kind of blue” al que el pianista le incorporó un poema que escribió Rafael Alberti en esos años y que sacó adelante el Kejío a pesar de la complejidad del asunto.
Acabaron como es menester, por bulerías, y con la sala verde llena y puesta en pié exigiendo más, justo antes de rematar con el bis donde Chano y Bandolero formaron un lío de altos vuelos improvisando preguntas y respuestas. Va siendo hora de reconocer que ese público viene del jazz y también va al flamenco y que no es un público de paso, es un público bastante veterano que hace mucho, mucho tiempo, se identificó con aquello de “sólo quiero caminar”.
Fotografías – David Mudarra
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