Silvia Cruz Lapeña
Balance del evento jondo que se celebra en Pamplona en memoria de Sabicas.
Especial IV Festival Flamenco on Fire 2017 – Toda la información & fotografías & videos
Según fuentes de la organización del Festival Flamenco On Fire, este año han pasado por alguna de sus actividades 20.000 asistentes, de los cuales 12.000 lo han hecho gratis y a la luz del día, ya fuera viendo el ciclo de los balcones o alguna de las jam sessions celebradas en la calle del Carmen. No es posible saber cuántos de esos peatones se aficionarán al toque de guitarra después de escuchar a Pepe Habichuela o a Rafael Riqueni a plena luz del día, pero seguro que daño no le hizo a ninguno.
La iniciativa ha puesto al alcance de todos el cante de Guadiana o el de Salomé Pavón; el de Kiki Morente y el gustazo que tiene con la sonanta Juan Habichuela Nieto. También cantó Jolis Múñoz, de la tierra, pero al que muchas señoras que lo escuchaban creían de Sevilla o de Jerez, no de al lado de su casa. Por eso también es una buena iniciativa el flamenco de baranda: porque abre las puertas a disfrutar de lo jondo a gente que no sabe ni que existe. De quitarlo del programa, que no sea por la pertinencia, sino por el calor: tremendo en agosto, de día y en Pamplona.
La jondura ha sido otro de los temas más comentados. No hay discusión a la hora de no catalogar como flamenco lo que ofrecen Martirio o Antonio Carmona, pero es algo que debiera preocupar poco si la calidad es buena, pues un festival ubicado en Pamplona no cuenta con una afición numerosa, algo que se pudo comprobar en el concierto del gran Riqueni, donde el Baluarte sólo vendió un tercio de sus entradas. Por eso, es fácil de entender que tengan que llevar a unos que llenan para poder disfrutar de algunos imprescindibles. Más criticable es, por ejemplo, que Carmona no afinara ni cantando “Estamos locos”.
Pocas mujeres
Otra de las actividades que ha crecido en esta edición son las charlas y conferencias. Fue una gozada ver la cantidad de gente que acudió a escuchar a Curro Velázquez-Gaztelu hablar del flamenco que se ha hecho y se hace en el País Vasco a pesar de que era domingo, a las cinco de la tarde y caía una tormenta considerable. Las actividades culturales están organizadas por la Federación de Asociaciones Gitanas de Navarra, Gaz Kaló, y tenían como objetivo dar a conocer la vida y la obra de Sabicas y este año, además, recordar a Camarón de la Isla en el 25 aniversario de su fallecimiento.
Una de las críticas que se le puede y debe hacer a un evento que nació hace sólo cuatro años, es decir en el siglo XXI, es que de un elenco de 34 artistas, sólo haya cinco mujeres. En las Jornadas Culturales tampoco se vio ni a una sola académica, artista o aficionada hablando de los diferentes temas que se plantearon.
En cuanto al programa, se agradecería algo más de variedad pues es como si sólo contaran los artistas de saga y lo que hacen carrera por encima de Despeñaperros. Alguna opción más ortodoxa y más del sur le quedaría de gloria a un festival del norte. Por ejemplo, ¿por qué no acercar al curioso, al aficionado y al experto (que los hay) un cante como el del enorme cantaor que es Manuel Castulo? Es sólo un nombre, pero hay otros que darían amplitud de miras al festival y enriquecerían los oídos del público pamplonés.
Entradas solidarias
En términos generales, el Flamenco On Fire goza de buena salud, a pesar de que han visto mermar sus ayudas públicas y sus organizadores sufren porque saben que cuando el parné desaparece es más complicado tirar adelante un proyecto cultural. Aún así, dispone de 400.000 euros, cantidad de la que, proporcionalmente, no disponen algunos festivales más veteranos.
Dicho esto, las autoridades, siempre tan finalistas, deberían ver también que si un 20% del público llega de fuera Navarra quizás sea el flamenco una buena manera de atraer visitantes. Hacerlo a través de la cultura siempre lo es, por no hablar de la inversión que no se palpa y que debería importar más de lo que importa hoy a quienes gobiernan a nivel local, regional y estatal.
En esta cuarta edición, el festival ha demostrado que su aportación a lo jondo no está de más, que los errores se van limando y deben seguir puliéndose. Iniciativas como las entradas solidarias con las que personas que viven en condiciones de exclusión social han podido pisar un gran teatro, escuchar cante o ver baile son cosas que hacen posible los responsables de Flamenco On Fire, pero se comentan mucho menos que el tema de los balcones a pesar de que su valor es de mucho más calado. Por ese y otros motivos, el mundillo debería desearle larga vida al festival que se celebra en la tierra que vio nacer a Sabicas.