Espectáculo: Principio y origen. Cante, bajo eléctrico y guitarra: Rosario La Tremendita. Guitarra: Rafael Riqueni, Juan José Suárez ‘Paquete’, Rycardo Moreno, Dani de Morón y Joselito Acedo. Percusión: Israel Suárez ‘Piraña’. Batería y electrónica: Pablo Martín Jones. Teclados: David Sancho. Bajo eléctrico: Juanfe Pérez. Palmas y coros: Tremendo Hijo, El Oruco y Miguel Fernández. Lugar: Teatro de la Maestranza. La Bienal de Flamenco de Sevilla. Fecha: Domingo, 18 de septiembre. Aforo: Media entrada.
Una amiga a la que aficioné a esto hace unos años y con la que he compartido algunos de los espectáculos de esta Bienal, se me acercó ayer a la salida del Maestranza para decirme: “tía, esto me ha encantado. Además, es que tengo ganas de volver a verla a cualquier festival”. Me comentaba esto con la ilusión de quien espera y “por fin” consigue disfrutar desde el patio de butacas “sin tener que comprender el tormento ajeno”.
Digo esto porque, respetando las inquietudes que albergan los creadores, necesarias seguramente para avanzar, sentimos que cada vez encontramos más propuestas terapéuticas que, bajo el argumento de plantear una búsqueda de nuevos lenguajes, se piensan desde el yo y olvidan por completo al espectador. Ciertamente cansado de sentarse para sufrir con complejos o sufrimientos de otros que ni llegan ni se comprenden.
En este sentido, este ‘Principio y origen’ es el remate (o reinicio) de la obra de una artista polifacética, inteligente, completa y personal que sabe perfectamente qué quiere contar y por qué. Una cantaora, músico y mujer plena que, relajada y feliz, invita a sumergirnos en su mundo para que nos lo pasemos bien junto a ella, como si fuéramos uno más de los músicos que ocupaban las sillas de enea repartidas por la escena.
Es decir, aquí Rosario La Tremendita propone un viaje coherente y firme desde su infancia y su cuna al hoy, donde conviven en sintonía los sonidos electrónicos, el jazz, el funk o lo experimental, con los ecos de los patios de vecinos de su Triana, a la que mentó en reiteradas ocasiones. Pero lo novedoso de este recital, que da título a su nuevo álbum, es que estos mundos aparecen ya completamente engarzados en uno, o mejor dicho en una, que es ella. Porque, como explicó, se trata de explorar otras texturas para desnudarlas luego y viceversa.
La soldadura esta vez la encuentra en las manos de cinco guitarras únicas que le permiten pasearse y cabalgar por un amplísimo repertorio que destila conocimiento y pasión por este arte. Así, encuentra el refugio en las notas suspendidas de Rafael Riqueni, “la banda sonora de mi vida”; la poética e inspiración en Rycardo Moreno; la complicidad y sencillez en su compañero Acedo; el pellizco carnal en Paquete y el concepto en un Dani de Morón pletórico.
Con todos, y con la impresionante banda formada por David Sancho, Pablo Martín Jones y el gran Juanfe Pérez, desplegó un dinámico y entusiasta espectáculo con momentos emotivos (como ese Canta a Triana en el que Riqueni nos arrancó la lágrima) y otros eufóricos en los que el público quería levantarse de la silla. Las increíbles alegrías, que interpretó al bajo de Juanfe (“el que mejor me acompaña por alegrías”, dijo”); la contundente soleá, junto al sugerente y agitador Dani de Morón, o las intensas seguiriyas, que con el toque de Rycardo Moreno sacó de la caverna para llevarla a un garito de madrugada, fueron sólo tres ejemplos de la claridad y contundencia que tiene el discurso de la Tremenda.
Fotografías: La Bienal / Claudia Ruiz Caro