Texto: EStela Zatania
Fotos Ana Palma
XXII FESTIVAL DE JEREZ
Isabel Bayón «Dju dju»
Viernes, 9 de marzo, 2018. 2100h. Teatro Villamarta. Jerez de la Frontera
Especial Festival de Jerez – Toda la información
Mira que todos me lo advirtieron: “¿Vas a ver Dju dju?…¡tú!...si esa obra no es para ti.” Es cierto que lo mío es más bien hablar de cantes, falsetas o pasos, pero abierta a todo que es una, se acumulaba el morbo de forma exagerada, y lo tomé como un reto.
Entonces, aquí cuento la aventura para los aficionados que no sabrían disfrutar de este espectáculo, o que ofrecen resistencia. Lo primero que hay que hacer es deshacerte de la idea de que vas a buscar el flamenco con lupa aunque sea. El flamenco es un concepto, un sentir, y la persona que acude a esta obra para ver si dicen bien el estilo no. 5 de soleá de Juaniquí, o la siguiriya de cambio de Manuel Molina, pues, se llevará un disgusto. No porque no haya cante…de hecho el cantaor interpretó, entre otras cosas, una impecable siguiriya de Juanichi, versión Periñaca; no es cantaor ficticio. Pero si lo que buscas es un recital convencional, mejor quédate en casa, pide algo de JustEat, pon tu episodio favorito de Rito y Geografía del Cante (el mío es el de Macanita de pequeña), y a disfrutar.
La alternativa que sin embargo recomiendo, es que te deshagas de las ideas fijas, y vayas a ver esta obra, porque lo vas a pasar bien. Se me ocurre que la manera más directa de describir “Dju dju” es mediante comparaciones:
1. Alicia en el País de las Maravillas, la fiesta del té del Sombrerero Loco.
Nada es lo que parece, y todo es posible. Hasta un arbolito de navidad con ganas de marcha, un gato de peluche que cruza el escenario de vez en cuando sin que nadie le haga caso o uno con máscara de “El grito” de Munch que corta con tijeras las cuerdas de la guitarra, de una en una.
2. “Seis personajes en busca de autor” de Luigi Pirandello.
En “Dju dju”, son seis intérpretes conocedores del flamenco, que llevan a cabo diversos actos aparentemente ilógicos o poco convencionales, como en la rompedora obra de teatro existencial de Pirandello. El teclista, Alejandro Rojas-Marcos, lleva albornoz blanco y canta villancicos ingleses, el cantaor, Alejandro Villaescusa, parece jugador de golf de los años cincuenta, dos bailaoras, Alicia Márquez y Nieves Casablanca, de muy distinta estatura, parecen sacadas de un sueño inquietante y el guitarrista, Jesús Torres, se parece sospechosamente a Jesúcristo.
3. Pintura metafísica de Di Chirico.
Lugares que ves por primera vez, y que son conocidos. Objetos cotidianos presentados de manera surrealista y que inspiran cierta desconfianza, como cuando Isabel parece dar a luz a un mantón de manila.
4. “La Dimensión Desconocida” popular programa de televisión de los años sesenta.
Hay un episodio en que todo parece “normal”, pero pequeñas incongruencias delatan que el protagonista no está en el lugar habitual. Como cuando la Bayón baila con la cabeza inclinada hacia un lado de manera que no se le caiga el sombrero que le tapa el oído, o las bailaoras se arrastran por el escenario sentadas en incómodas sillitas de niño chico.
Se nota la mano de Israel Galván. Las dos manos…y los pies, torso, cabeza… Sobretodo la cabeza, porque otra no sería capaz de idear este smorgasbord de elementos.
Lo más sorprendente es la personalidad expansiva de Isabel Bayón, que siempre había ocultado sus emociones en un mar de técnica impecable. Ahora nos permite verla como persona completa, con las emociones asociadas, sin miedo ni complejos al expresar sus miedos y complejos, que es lo que el libreto define como el motivo de esta obra.
Quizás no sea flamenco. O quizás sí. Lo que sí sé es que si no existiera el flamenco, esta obra tampoco podría existir.
A medianoche, en la Sala Compañía, el gaditano bailaor, Juan Ogalla, con su obra “Bailar para contarlo”, nos devolvió a un mundo más conocido donde pudimos disfrutar de su farruca (mucha farruca este año en el Festival) con el famoso tango “Volver” de Gardel, además de alegrías o siguiriyas entre otras cosas. Una reflexión sobre la soledad y la nostalgia. Fabuloso trío de cantaores, Emilio Florido, Miguel Rosendo y Manuel Gago, y la siempre interesante guitarra de Eugenio Iglesias.
Video: