Espectáculo: Aires de mujer. Baile: Manuela Carrasco. Cante: Anabel Valencia, María Vizárraga, Samara Carrasco y Ezequiel Montoya. Guitarra: Joaquín Amador, Antonio Santiago, Ramón Amador (hijo). Violín: Elisa Prenda. Percusión: Percusión: José Carrasco. Lugar: Teatro Villamarta. Festival Flamenco de Jerez. Fecha: Lunes, 28 de febrero de 2022. Aforo: Casi lleno.
Manuela (ni añadir el apellido hace falta) es la de ese perfil faraónico de las seguiriyas. La de esa mirada desafiante desde una silla de enea -que aquí es trono-. La de esas grandes manos abiertas con las que parece recoger toda la conmoción del taranto y atraer algún hechizo. La del porte regio y el mantón revoleado que mueve con rabia y ternura en la Nana del caballo grande de Camarón que dedica a La Susi, frente a cuya foto termina arrodillada. La del desplante y el zapateado conciso y arrebatador de la soleá, su soleá. La de esos brazos extendidos que se alzan lentamente con la sabiduría de toda una vida dedicada al flamenco.
Su imponente sombra, con la que apareció en escena arrancando aplausos y ovaciones en el patio de butacas, se mantiene inalterable porque es magisterio. Una referencia para todas las generaciones posteriores de bailaoras, cantaoras, artistas y de mujeres del arte a las que ella rinde homenaje también con estos ‘Aires de mujer’ que trajeron las voces de Anabel Valencia, María Vizárraga y Samara Carrasco y los vientos de la violinista Elisa Prenda. ¡Viva las instituciones del flamenco! le jalearon. Por eso, el público paga encantado para verle su estampa. Da igual que el elenco anunciado en el programa de mano no coincida con el de la ficha artística final. O que su baile sea fugaz y haya que esperar largos y excesivos intervalos de cante si vuelve la luz y la alumbra a ELLA. Poco importa si el formato y los arreglos resultan algo monótonos cuando su solemnidad es capaz de parar el tiempo en estos momentos tan inciertos vertiginosos. Qué más da si esta reseña pudiera decir una cosa todo lo contrario…