Texto: Sara Arguijo
Fotos: La Bienal
Estrella Morente, Antonio Canales & Aída Gómez.
Soleá Morente, Mariano Bernal.
LISÍSTRATA: UNA GUERRA SIN EMOCIÓN
Espectáculo: La guerra de mujeres Dirección: José Carlos Plaza Guión: Miguel Narros Elenco: Estrella Morente, Antonio Canales, Aida Gómez, Soleá Morente y Mariano Bernal. Coro: Ángela Bautista, Teresa Bautista, Antonio Carbonell, Victoria Carbonell, José Antonio Camacho ‘El Piripi’, Tony Maya, Mari Carmen Seguro ‘Almaria’ Bailarines: Mariano Bernal, Eduardo Guerrero, Christian Lozano, Lucía Martínez, José Manuel Benítez y Yolanda Murillo. Músicos: Juan Carmona, José Carbonell Montoyita, Lucky Losada, Jonathan Losada, Carlos de Jacoba, Juan Parrilla, Enrique Sotorre y Julia Torralba. Lugar: Teatro de la Maestranza Fecha: 9 de septiembre 2016 Aforo: Lleno Ciclo: La Bienal de Sevilla
Se inauguraba ayer la Bienal de Sevilla con un espectáculo en clave de teatro musical, estrenada en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, bajo la dirección de José Carlos Plaza y con tres nombres claves como cabeza de cartel: Estrella Morente, Antonio Canales y Aída Gómez. Una versión con guion inédito del dramaturgo Miguel Narros sobre la comedia de Aristófanes que proponía relatar en clave flamenca la rebelión sexual de las mujeres como clamor contra la absurdez de la guerra y la privación de las libertades. Un montaje, a priori ambicioso, que en su ejecución tuvo poco o nada que ver con lo que prometía. Ni propuesta teatral, ni flamenco, ni carga dramática, ni gracia ni gracioso.
Estrella Morente, absolutamente impecable en su papel, terminó por llevar sola las riendas de una batalla envuelta en el sinsentido y en la que nadie parecía querer combatir. En ella y en su Lisístrata, enérgica, impetuosa y carnal, recayó el peso absoluto de la pieza a la que le faltó carga dramática, ritmo, enjundia y, aún más, emoción.
Primero, por una composición musical que si bien encajaba con algunos de diálogos de la obra, resultaba en su conjunto plana, monótona y edulcorada. Transformando las posibilidades infinitas del flamenco para transmitir tragedia y júbilo en una banda sonora acancionada de alegrías, bulerías, tanguillos, soleares… A pesar del esfuerzo de la Morente y de algún destello al romperse por fandangos.
Tampoco ayudaba la ausencia total de intención escénica, con unos coros completamente desubicados que en nada sumaban al global de la propuesta; ni el desaprovechado cuerpo de baile masculino –con unos geniales Eduardo Guerrero y Mariano Bernal- cuyas pinceladas fueron de lo más aplaudido de la noche para quienes aspiraban a algo de jondura.
Y sí, Canales hizo alarde de su maestría interpretativa para la comedia en su rol de esperpéntico travestido y, sobre todo, en su papel de Comisario diciendo el texto por tangos con los pies y con los ojos. También la sutileza y sensualidad de Aída Gómez regaló uno de los momentos más plásticos de la noche.
Pero ‘La guerra de mujeres’ es, o se suponía, como señalábamos al principio, una obra teatral que además inauguraba la Bienal de Flamenco de Sevilla. Y falló la coherencia y se perdió la oportunidad de agitar y conmocionar que es, al fin, el objeto último del arte. También, que es lo peor, nos quedamos sin flamenco y esto, aquí, no hace gracia ni es gracioso.
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