“¡Tomatito ha roto moldes!”, grita Amparito, vecina de Logroño, al ver la fila que se prepara en el Teatro Bretón para ver al guitarrista de Almería. No quedan entradas desde hace días, aunque aún por la mañana algún esperanzado se acercaba a la taquilla a preguntar sin éxito por alguna última localidad. Es el segundo concierto de la 28ª edición de los Jueves Flamencos de Logroño, una de las ciudades que forman la llamada ‘Gira del Norte’ (este año junto a Vitoria y Palencia) y que desde 1996 mantiene una afición fiel en la capital riojana que agota los abonos en días.
Amparito Alcalde es una de las adeptas a los jueves en el Bretón desde que se jubiló en 2005. “A mí me gusta el flamenco puro, puro, no el flamenquito ese que le gusta a la gente. El cante jondo, vamos”, cuenta entre saludo y saludo con amigos y conocidos en la puerta del Teatro. Asegura, de hecho, que quería jubilarse solo para poder ir a los Jueves Flamencos. Era cocinera del restaurante Iruña, mítico local en la calle Laurel, a unos pasos del teatro, donde ha conocido a varios de los artistas flamencos que iban a cenar tras su actuación. Su favorito: Antonio Gades, “con esa figura, tan guapo”. Y en el cante: La Paquera. “Era bajita y salió a cantar con delantal”, recuerda, y se lanza a cantar los versos que la jerezana grabó por tientos: “En la soleá de mis noches sin luna / busco los luceros de tus ojos verdes / y como una loca repito tu nombre / porque tengo miedo de tanto quererte”, canta. Y sentencia: “Nadie ha escrito nada más bonito que eso”.
Detrás de los 28 años de celebración flamenca en Logroño están el granadino Jorge Quirante, director del Teatro Bretón desde su apertura en 1990 hasta julio de 2023, y Antonio Benamargo, malagueño afincado en Madrid dedicado a la programación flamenca desde hace 30 años, y actual director del festival Suma Flamenca. “Aquí en el norte lo que no quieren son artistas que especulen, que metan voces ahí por lo bajito, quieren cantaores con voces recias que vayan para arriba, porque es zona jotera”, cuenta Benamargo antes del concierto de Tomatito. “La afición aquí es fantástica porque a los que les gusta, les gusta de verdad”, continúa, “les gusta acudir a un recital y, sobre todo, rascarse el bolsillo y pagar”.
Tomatito y su legado
El festival comenzó el día 11 de enero con José El Berenjeno en las Bodegas Ontañón y continuó el día 25 con Tomatito. El tocaor se acompañó de su hijo, el guitarrista José del Tomate, de los cantaores Morenito de Íllora y Kiko Cortiñas, y del percusionista Israel Suárez ‘Piraña’. El recital fue en su mayoría por bulerías, con algún momento por alegrías y por tangos. Incluyó una de las baladas que publicó junto al pianista dominicano Michel Camilo en los álbumes Spain y Spain Again, y se la dedicó “al más grande de la guitarra, que fue Paco de Lucía”, e hizo su versión con la melodía principal de la rumba Entre dos aguas.
El veterano guitarrista dejó el único solo de la noche a su heredero. José del Tomate, de 26 años, tocó la zambra mora del Niño Miguel, su tío abuelo. Tomatito quiso ser cómplice del público tras la presentación de su hijo: “¿Qué os ha parecido, bien?”. Unánime y efusivo, el público contestó con su visto bueno al futuro de la saga de los Tomate.
No quedó fuera del recital, claro, una de las grabaciones más importantes que ha dejado para la historia Tomatito (si no es la más): La leyenda del tiempo. Después siguieron largo rato por tangos, y seguidamente por rumbas, momento en el que el guitarrista y el percusionista hicieron gala de su complicidad entre sonrisas y piques, y unos pocos segundos de un solo al cajón de Piraña arrancó inmediatamente el aplauso de los logroñeses. Al terminar el concierto el público se fue poniendo en pie para aplaudir al maestro. “¡Qué bien lo haces, hijo!”, se escuchó a algún entregado.
“Es más importante un ‘ole’ en Logroño que un ‘ole’ en el Sur”
Este pasado jueves 1 de febrero el Bretón acogió el cante de Vicente Soto ‘Sordera’, que salió al escenario solemne, con su figura flamenca hasta en la forma de sentarse, y se dirigió al público para metérselo en el bolsillo desde el principio. “Voy a cantar por trillas. Viva Logroño”, pronunció ante sus 300 espectadores. A su izquierda, el tocaor Vicente Santiago, y a su derecha los palmeros Ángel Peña y El Manunu.
Haciendo honor a su querencia por adaptar la poesía en español al cante jondo, como dejó grabado en su álbum Entre dos mundos, siguió por alegrías de Cádiz con poemas de Rafael Alberti y por soleá con letra de Antonio Machado. Tanto el cantaor como el guitarrista se lucieron en los tientos-tangos, para seguir por seguiriyas recordando a Paco la Luz, su tatarabuelo, cantaor que inició la saga del barrio de Santiago de Jerez a la que pertenece, los Sordera. No faltaron las bulerías de Jerez, “mi tierra y la de todos ustedes”, aseguró el cantaor al respetable. Se levantó incluso a dar unas pataítas para cerrar las bulerías, y terminó de pie por fandangos, con la letra de ‘Tres carabelas de palos’ que cantaba Paco Toronjo, con los brazos abiertos y los puños cerrados, mirando a su público de cerca, como si quisiera explicarle la letra a los aficionados. “Viva España y viva el flamenco, que es de los españoles”, declamó.
Ya en el camerino, Vicente Soto pedía el primer cigarro después del recital. “Fumo poco pero después de cantar me entran ganas de un cigarrito”, contaba. Después de 50 años de carrera sigue pasándolo mal con los nervios que le entran antes de salir al escenario. “A mí no se me quita, lo paso mal sinceramente, y creo que el día que se pierden los nervios, se pierde el respeto por el público y por uno mismo”, expresaba. Y después de pasar los nervios y de presentar sus cantes, siempre se le quedan ganas de dar un poquito más.
Él conoce bien al público del norte: “Para mí es más importante un ‘ole’ en Logroño que un ‘ole’ en el sur. El silencio de aquí me enamora, porque allí en Andalucía igual te dicen: ‘¡Vamos a ver si estás un poquito mejor!’. No echo de menos que me jaleen porque el respeto y el silencio de aquí es grandioso, tanto o más que 20 jaleos”, contaba antes de irse a comer algo para dormir pronto, ya que le siguen los recitales de Palencia y Vitoria.
En las próximas semanas, irán pasando por la Gira del Norte el cantaor Arcángel (en Logroño el 15 de febrero), la cantaora Sandra Carrasco y el guitarrista David de Arahal (29 de febrero), el cantaor Jesús Méndez (14 de marzo) y la compañía de baile Mercedes Ruiz (11 de abril). En el caso de Logroño, solo quedan entradas para los dos que abren todas las localidades: Arcángel y Mercedes Ruiz.
Casi tres décadas después
Tanto Benamargo como Quirante hacen hincapié en la implicación de lo público en este ciclo. “El esquema que hemos mantenido de variedad y de calidad no hubiese sido posible sin un apoyo de la administración pública”, comenta Quirante, que aunque lleva seis meses jubilado sigue hablando del Teatro Bretón en primera persona del plural. “La calidad tanto en artistas como en el sonido y la iluminación hubiese sido imposible sin presupuesto público. Sin eso no habría flamenco, ni afición, ni hostias”, asegura. “Todo lo que se haga es poco”, opina por su parte Benamargo, “porque el 90% de los trabajos de cante se hacen aquí, en España. El baile y la guitarra tienen más opciones fuera. El cante es lo que hay que programar más aquí, y además, cuando programas, se llena”, cuenta, y los carteles de entradas agotadas en casi el total de conciertos de los 28 años de la ‘Gira del norte’ le respaldan.
Si Quirante tuviera que quedarse con un concierto de estas tres décadas, sigue recordando con especial cariño el primer año, cuando aún se hacían en el Salón de Columnas del Teatro y lo preparaban como un clásico café cantante, con barra de bar. Allí cantó, “para cuatro gatos”, José Mercé. “Fue muy entrañable”, comenta. “El de Rosalía, claro, porque poco después dio el salto y entendimos la trascendencia de lo que habíamos tenido aquí”, recuerda.
El festival surgió como surgen las mejores cosas en la vida y en el flamenco: por una idea pequeña, una sugerencia vaga. El hermano de Antonio Benamargo vendía discos de flamenco en la entrada del Teatro cuando había conciertos de flamenco, y se compraban mucho porque en los 90 apenas había dónde comprar discos de flamenco en Logroño. Fue él quien le comentó a Jorge que él veía un público potencial. Puso en contacto a Quirante y Benamargo, y hasta hoy. Y probablemente, hasta dentro de muchos años.