Resumen: Kiki Morente, Macanita, Rafaela Carrasco. Festival Flamenco Ciutat Vella
16 FESTIVAL FLAMENCO CIUTAT VELLA |
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Especial 16 FESTIVAL FLAMENCO CIUTAT VELLA, programación, reseñas, fotos y videos La ciudad de los reflejos Tarde-noche variada, redonda y muy completa la que vivimos el miércoles en el CCCB dentro el Festival Flamenco Ciutat Vella. Completa porque hubo toque, baile y cante. Redonda porque todos los artistas estuvieron a una gran altura. Pero lo que más se agradece es la diversidad flamenca. Afortunadamente, es imposible reducir el arte a unos límites concretos e inamovibles. Ayer pudimos explorar varias dimensiones que contribuyen a definir lo que hoy puede conceptualizarse como flamenco. La Silvia y la Marta… Así, con ese modismo tan catalán, presentó Lluis Cabrera (responsable de Taller de Músics) a Silvia Pérez Cruz (cante) y a Marta Robles (guitarra), ambas con falda, reivindicando de alguna forma la feminidad en el flamenco, tanto en el cante como en el toque. Explicó Silvia que no estaba muy segura de si sus propuestas encajarían en un festival dedicado al flamenco, ya que ella no se consideraba cantaora. Y no lo es, pero eso es lo de menos. Lo importante es que partiendo de unas influencias flamencas, Silvia Pérez logra crear un mundo estético cuajado de belleza y en el que se conectan el Mediterráneo y el Atlántico. Composiciones por alegrías, un fado encabalgado sobre farruca, una versión muy personal del “Pena, penita, pena” y hasta una soleá que cantaba Valderrama fueron parte del repertorio de esta artista completísima, ya que además de cantante se acompaña con el cajón y toca el clarinete. Tanto Marta Robles (también compositora) como Silvia Pérez dieron en el Hall del CCCB una lección de sensibilidad. Les siguió en ese mismo escenario Enrique Morente hijo y Juan Habichuela nieto. El guitarrista es una máquina. Tiene todo el sabor, el peso y el poso de los Habichuela. Acompaña siguiendo los parámetros de calidad de la escuela familiar (es decir, con oficio, con justeza y con belleza) y demostró soltura y lucidez en sus interpretaciones en solitario. En cuanto al junior de los Morente, le queda un largo camino por recorrer, pero desde luego está en la “pole position”. No tiene una gran voz –me refiero a amplia y poderosa- y todavía le suena muy jovencita, lo que hace que disminuya un tanto el poder de transmisión en los terrenos más jondos, pero eso no es ni malo ni bueno. Simplemente es cuestión de madurez y de tiempo, porque lo que sí dejó claro es que sabe perfectamente lo que se lleva entre manos. Conoce bien el material sensible que maneja y aunque buena parte del repertorio que utiliza es del Morente senior, el chico ya va buscando sus formas propias. Peca a veces –al menos en mi opinión- de un exceso de barroquismo en algunos pasajes, pero tiene un gran sentido del compás –en eso le lleva ventaja a su padre- y hace los cantes con mucho equilibrio y teniendo claro lo que quiere extraer de cada uno de ellos. Así disfrutamos por granaína, taranto, cartagenera, soleá, tangos, etc. Repertorio clásico para demostrar desde el principio que tiene un buen fondo de armario. Será interesante asistir a su evolución. Se salió desde el primer temple por tientos. Tomasa La Macanita tenía anoche una voz en estado de gracia. Si en otras ocasiones tiene que pelear duramente con su registro, ayer esa lucha la tenía ganada y solo tuvo que centrarse en disfrutar y moldear el cante a su antojo, o al antojo de su inspiración. En su soleá fue buscando matices y los fue encontrando, pero sin forzarlos, con naturalidad. También la malagueña fue así. Tomasa incluso daba forma al cante con la mano e hizo bien en no aprovechar su voz para hacer alardes sino más bien para buscarse en su interior. El público del CCCB –esta vez ya en el Pati de les Dones- entiende de emociones y se lo valoró. El mayor contraste entre la rabia y el recogimiento lo mostró en la seguiriya. Y como colofón, sus bulerías, buscando el recorte, el trincherazo, en ese compás mágico de Jerez creado por Manuel Parrilla a la guitarra y por Gregorio y Chícharo a las palmas. Gran actuación de La Macanita y su grupo. Y tras el viaje al centro de lo jondo, llegó el tiempo de la exploración. La siempre inquieta Rafaela Carrasco volvió a expresarse en mismo escenario para regocijo de una afición que –me atrevería a decir- la valora más que en su propia tierra. Se le nota la escuela. Mario Maya fue diseminando sus conceptos y a algunos artistas les sirvió para poner en marcha el proceso de elaboración de los suyos propios. Rafaela es una esas artistas. No se trata tanto de bailar sino de lograr un sentido en cada pieza. Que todo trabaje en una misma dirección… Y para eso hay que tener clara cuál es esa dirección, que en realidad es lo más difícil de todo. Pues eso es lo que propone Rafaela Carrasco en sus montajes. Ayer no trajo un espectáculo concreto, no había un argumento, sino diversas piezas en las que, a mi juicio, destacan sobre todo las que construye a base de percusión. Sabemos que Rafaela baila todo: baila a la guitarra, baila al cante y baila a la percusión, pero es esta última faceta la encuentro más libre y en ella establece una relación directa y comprometida entre el compás y la danza. Ella pone la música con su cuerpo. A todo esto, es obligatorio mencionar la banda que le acompaña, todos con un extraordinario talento por sí solo, y todos con el común denominador de una sensibilidad especial. Jesús Torres y Juan Antonio Suárez “Cano” son unos músicos tremendos, y lo han dejado patente en sus respectivos trabajos discográficos, absolutamente recomendables. Antonio Campos lleva una trayectoria muy importante y pronto tendremos la oportunidad de disfrutar e su cante con el disco que tiene grabado y a punto de presentar. Así pues, en unas horas vivimos lo que puede ser un buen reflejo del momento actual de esta arte. Pasamos de la canción de autor flamenca y mediterránea, a Jerez pasando por el universo morentino y terminando con el horizonte abierto de la danza… Intensidad y diversidad. Tradición y vanguardia… Uno poco lo que es Barcelona. Por cierto, que el Pati e les Dones está diseñado de tal forma que por el día se refleja Barcelona en una de sus cristaleras. Y hablando de reflejos, disfrutad de las fotos de Ana Palma, la profesional más discreta del mundo fotográfico flamenco. No se la ve. No molesta. Pero sus fotos ahí están: reflejando lo vivido. Y además con arte y con zapatos nuevos. Especial 16 FESTIVAL FLAMENCO CIUTAT VELLA, programación, reseñas, fotos y videos |