Texto y fotos: Estela Zatania
José Mercé, Mariana Cornejo, María Moreno
JUEVES FLAMENCO DE CÁDIZ Jueves, 26 de agosto, 2010. 2230h.
EL “FESTIVAL DE CÁDIZ” SE DESPIDE POR LO GRANDE
Baluarte de la Candelaria. Jueves, 26 de agosto, 2010. 2230h. Cante: Mariana Cornejo, José Mercé. Guitarra: Pascual de Lorca, Diego del Morao. Baile: Cía. de María Moreno.
No se hace llamar “festival”, pero las siete citas flamencas semanales en el hermoso Baluarte de la Candelaria de Cádiz es, desde hace 28 veranos, una muestra consolidada de primer orden que ha traído a las figuras más grandes del género. Es otro modelo de festival, sin conferencias ni exposiciones, sólo cante, baile y guitarra de calidad. Y funciona. La noche empezó con una joven bailaora de larga trayectoria en las compañías de gran formato, especialmente la de Eva Yerbabuena. Gaditana, pero sin que sea “bailaora local”, María Moreno luce maneras a la vieja usanza dentro de una perspectiva actual. El peinado de los años 30 y el mantón cruzado indican su veneración por el pasado, pero la fuerza de su personalidad y la riqueza coreográfica son del nuevo milenio. Con las excelentes voces, también gaditanas, de Miguel Rosendo y Emilio Florido, y Juan Campallo a la guitarra, empezó por soleá a paso ligero. Después de un brevísimo descanso, la Moreno regresa para plasmar su versión de tangos a la antigua, evocando los patios de vecinos de Triana y Santa María, con el poder especial que tienen las voces a palo seco. Inteligencia y buen gusto flamenco. Mariana de Cádiz, la Cornejo, siempre es una delicia. Su personalidad extravagantemente gaditana, y su gracia instintiva la hacen una de las pocas voces auténticas que quedan de aquella generación. Una enorme flor roja fue la corona de la reina del cante de su tierra que estrenó un cuplé escrito ex profeso con referencias a Cádiz y sus cantaores, incluyendo a Mariana. Un poco de palique y buen humor da la entrada a las alegrías y cantiñas, y a todo esto, la imprescindible guitarra de Pascual de Lorca pone la energía jerezana. La soleá pasa sin pena ni gloria, pero con los tangos clásicos de Cádiz, Mariana vuelve a encontrar su propia chispa, y de pie, por bulerías, compone un sabroso surtido de retalitos del Anda jaleo, campanilleros, cuplé de Juan Villar o de la Perla entre otros. El amplio patio del Baluarte se había llenado hasta la proverbial bandera, y la culpa la tenía el que venía a continuación. José Mercé tomó el escenario, aceptó la gran ovación que le dio la bienvenida y se sentó. A sus 55 años, tiene un pie en cada mundo; por un lado, el cante clásico de su venerable estirpe, y por otro, el mundo pop que ha logrado conquistar con una serie de grabaciones de mucho éxito. Pero al Baluarte llegó con su mejor repertorio tradicional, cantando como nunca y como siempre, con su habitual capacidad de entrega y una intensidad que casi asusta. La malagueña con sabor jerezano, agridulce y flamenca, dosificando su torrente de voz. Por soleá, impecable. Mercé es un cantaor con días excelentes, buenos o menos buenos, pero nunca malos; una constancia tan admirable como sorprendente. Por alegrías con mirabrá vuelve a demostrar que no es imposible que un jerezano dé el punto a estos cantes, pero es por siguiriya cuando alcanza las sublimes alturas, entregando a los aficionados un tipo de cante del que hay mucha muchísima hambre. El natural duende de José sigue fluyendo por bulerías, todo esto, señores, y aún así hay los que lo critican por su repertorio pop. Yo pa’ mí, que cante en sus ratos libres la canción de Los Pajaritos si le viene en gana, y también lo de “Aire” que le sirvió de bis. La soberbia guitarra de Diego del Morao arropó sabiamente, aunque se echó de menos a su padre Moraíto. Y así terminó el mejor ciclo flamenco del verano, con diferencia. |