Si ustedes/vosotros vieran un festival flamenco en el que se anuncian Rosalía y C Tangana, pensarían: ¡qué derroche! ¡qué absurdo! ¡qué pena!. Es verdad que diríamos muchas cosas más (que en la intimidad los flamencos tienen -tenemos- la lengua muy larga). ¿Estaría justificado?. Sin duda. Sería como programar a Los Planetas en el teatro Fernán Gómez cobrando un dineral a su público. ¡Una pena!, ¡Un absurdo! ¡Un derroche!
Nadie fue a ver a Joselito Acedo el pasado miércoles porque fuera el guitarrista de Rosalía en las noches en la que nuestra niña prodigio actuaba en teatros y tugurios sin la compañía de Raul Refree de la mano de su disco “Los Ángeles”. Tampoco fue nadie a ver al cantaor Ismael de la Rosa “Bola” aunque lo están escuchando por docenas de miles de espectadores en la gira de “El Madrileño”. Nos mentimos a nosotros mismos cuando pensamos que hay un trasvase de la música pop al flamenco. Nos mentimos cuando pensamos que no puede haberla.
¡Yes we can! ¡Sí se puede! Prueben a intentarlo y así soslayar el abismo generacional que les separa de sus nietos y sobrinas que andan tarareando a C Tangana y Rosalía…
Si invitas a tu nieto a ver a Joselito o a cualquier artista que creas que merece la pena, te encontrarás con que nueve de cada 10 “sobrinas” te dicen que muy bien, que les encanta el flamenco pero que a la próxima les sueltes la pasta por delante porque están interesadas en el rapero desconocido. No vas a convertir a tu sobrina al flamenco en una tarde, recuerda que, a ti, te ha costado media vida.
JOSELITO ACEDO EN CONCIERTO
Ángel Rojas presentó la gala y nos contó que era el comienzo de una colaboración institucional con la Bienal de Sevilla, ellos nos mandan a Joselito y Madrid corresponde con el bailaor Alfonso Losa. Como contaba Javier Krahe: “Me monto en el ave que rápido y suave me lleva a Sevilla. ¡Ya estoy en Sevilla!…”. Pocos flamencos se atreven con la contundencia de las letras de Krahe.
Al lío. Joselito comenzó el concierto con la composición “El jardín de las flores amargas” que en su disco Triana Distrito Flamenco está grabada por tarantas. Aparecieron Ismael De la Rosa “Bola” y José El Pechuguita al compás y al cante con la percusión de Paco Vega que, en más de un gala, le hemos escuchado en plan de director de orquesta, manejando el compás. Cuando un tocaor se convierte en guitarra solista pasa de ser un albañil a ejercer de arquitecto. Modifica la palos y construye la composición a voluntad. Esto ocurre desde los tiempos en que Sabicas y Carlos Montoya grababan en Nueva York. Paco de Lucía perfeccionó el método y miles de guitarristas siguieron la costumbre de construir el edificio a voluntad, dejando el cante para el final o para principiar la composición. Con el espíritu revuelto tocó por bulerías y se miró un uña cómo si la hubiera roto. Luego tocó unas bulerías como si le fuera la vida en ellas, es posible que tuviera un dedo en carne viva.
Apareció Arcángel y cantó “La aurora de Nueva York”, al rato anunció a Rafael Riqueni y los dos guitarristas interpretaron un obra sencilla y emocionante, tanto, que parte del público se puso de pié como si fuera el final, el momento cumbre. Los que nos quedamos sentados estábamos igualmente embargados de belleza.
Recuperamos el resuello y apareció Pastora Galván marcando el paso con un vestido rojo pasión-por-los-flecos. Ella lucha por distinguirse de las formas geométricas con las que vive y lucha su hermano Israel Galván. Así que se pone racial, eleva los brazos y deconstruye por otro lado, que no se diga. Luego se arranca por la tradición del tacón.
La renovación y el asombro llega con el último invitado: Rafael Estévez un bailaor que desafía la estampa clásica y la normativa establecida por Vicente Escudero. Rafael tiene una figura ¿redonda?, tamaño XL con un perfil cercano al de Alfred Hitchcock, juega con nuestra primera impresión y comienza a bailar con las manos, las muñecas y el brazo. Justo hasta el codo, como si fuera una promesa. La música nos envuelve y entramos en el territorio de Jimmy Rushing y los impactantes bailarines de Duque Ellington y los Hermanos Marx en “Un día en las carreras”. Puro swing, o duende o lo que ustedes/vosotros quieran.
Había que acabar y Estevez se quedó en el escenario mientras salía Pastora en zapatillas con el tran tran de la-poca-verguenza y toda la picardía del barrio de Triana en el que los gitanos viejos se portan como adolescentes vacunando a las hembras con una sexualidad que desborda el escenario y las generaciones. Puro reggaetón, a este mundo hemos venido a “perrear”.
Sean influyentes y compartan esta crónica con sus nietos y luego me lo cuentan.
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