Flamenco Biënnale Amsterdam (Bimhuis)
No merece la pena si no tiene swing dijo Duke Ellington/ “It don’t mean a thing If it ain’t got that soniquete” parece que contesta José Quevedo Bolita
José Manuel Gómez Gufi
Fue una noche de celebración de la música, la gente de pie aplaudiendo a los suyos y a los nuestros, los suyos se supone que hacen jazz; los nuestros, flamenco. Entre todos “jazz flamenco” un estilo musical que comenzó a dar frutos desde el sexteto de Paco de Lucía a principios de los años ochenta y que tuvo infinidad de padrinos pero pocas normas. En los últimos 40 años sólo he escuchado una vez a un músico hablar del “verdadero jazz flamenco” y nadie ha impuesto normas. De hecho la mayoría de los músicos de jazz te confiesan (a media voz) que en el flamenco hacían lo que podían, luego aprendieron. El mismo Paco de Lucía fue a preguntarle al colega:
-Oye tú ¿cómo se improvisa?, creo que lo cuenta Aldi Meola en “La Búsqueda”, Meola estaba alucinado porque aquel tipo que no sabía improvisar les daba cada noche una paliza de espanto cuando se ponían a eso, a correr detrás de los patos y Paco siempre, siempre, era el que más corría y el que tocaba más profundo, más bonito y consecuentemente, cazaba más patos.
José Quevedo Bolita es de Jerez y tenía 6 o 7 años cuando Paco dijo “Sólo quiero Caminar”, ser tocaor allí es vivir en la zona cero del flamenco. Demasiado cerca del “big bang”, y puede ser que para curarse en salud, ha llamado a este espectáculo “Caótico” y se presenta sólo con su guitarra y parece que sí que esa primera composición está armada por las falsetas que se le van ocurriendo… ¿en plan Dexter Gordon? un músico que citaba continuamente canciones populares (dentro de un discurso torrencial). No, no lo puedo asegurar, me parece que las falsetas son suyas. Así que te dejas llevar por la imaginación de un músico que se expresa con las manos y con un inglés-apache.
-¿Cómo se dice compadre en ingles? Le pregunta al contrabajista vasco -y poliglota- Pablo Martín Caminero y este le contesta que eso no tiene traducción. El compadre es Paquito González un “bicho” de la percusión que es de Sanlúcar. También está Londro, cantaor de Jerez que tiene la característica de que se le entienden muy bien las letras, incluso en la modalidad más “balbuceante”, la seguiriya, un cante que a mí me hace volar como los solos de John Coltrane (y aún no he entrado en un coffe-shop).
En el bar de la sala hay una colección de fotos de los héroes del jazz. Está Duke Ellington, cosecha fetén de 1958 en La Haya; Miles en 1960, Coltrane con Eric Dolphy y Ronald “no-me-cabe-otro-saxo” Kirk. Dentro se han incorporado al cuarteto flamenco la big band compuesta por tres trompetistas (cada uno de un estilo); dos trombones, uno con soniquete; saxo y flauta, el jefe de los vientos -van Rossem- al tenor y Tini Thomsen al barítono y clarinete bajo. Total que la banda suena a Gil Evans, los arreglos del malagueño José Carrara se construyen sobre la sonora certeza que acompañó a Miles Davis en el “Sketches of Spain” incluso uno de los trompetistas lo clava en delicadeza con sordina. ¿Cual es la diferencia? Pues que ni Miles ni Gil tuvieron contacto con el flamenco real y aquí los flamencos comparten su soniquete con la fila de atrás y Londro jalea con el mismo entusiasmo a unos y a otros hasta convertirlos en “los nuestros”.
Rumba y bulerías suben el nivel rítmico y los solos resultan naturales. Pablo Martín Caminero mete la quinta velocidad al contrabajo como si corriera la banda por Mendizorroza y eso eleva la categoría de los solos. Van Rossem le pone subtítulos a Bolita y en el bis, el trío de flamencos se pone a tocar un swing demoledor, contagioso, el de Ellington y Basie, y la banda se va detrás alegremente como si no hubiera un mañana.
Galeria fotográfica por © Annemiek Rooymans
Video © Felix Vazquez *
* El video corresponde al recital de Rotterdam