Texto: Pablo San Nicasio
Fotos: Sergio Nagore
Teatros del Canal. Suma flamenca 2013.
Cante: José Mercé. Guitarra: Diego del Morao. Palmas: Merce y Chícharo
INTERRUPTUS
Durante los últimos años, la Suma Flamenca ha basado el grueso de su programación en lo que de madrugada acontece en los tablaos madrileños. Recintos que parecen volver a vivir una etapa de cierto apogeo, por lo menos en la capital. Y es que por los dominios de los grandes teatros la cosa parece resentirse.
De esos tablaos salió José Mercé con cierto bagaje hace algunos años, décadas ya, para ir escalando peldaños en este difícil arte. Cantaor de indudables condiciones y una imagen que ya roza lo cinematográfico, el jerezano es, de los cantaores vivos, uno de los pioneros en eso de ampliar horizontes estéticos mucho más allá de los cantes tradicionales. Un “Amanecer” le puso en órbita y ya todo fue llenar y llenar teatros. Y lo que hiciera falta. A base de flamenco y otras cosas.
Así que la Suma jugó a caballo ganador cuando le anunció en el más duro recinto de su baraja, el Teatro del Canal. Sala, la roja, que estos años de atrás había costado llenar pero que anoche vio cubrir sus butacas sin problema.
No sólo eso. Antes de sentarse en la suya José Mercé, ya se oían no uno ni dos, algunas decenas de oles y “guapo”. El público en el bolsillo sin siquiera marcar la salida a un cante.
Con la malagueña corta de “El Mellizo” empezó y prosiguió, más extenso, por soleá. Y además es que continuó con la seguiriya de Manuel Torre. Toda una alegría para la afición a lo básico, eso que nos pone en guardia. Lo hubiera tenido realmente fácil Mercé regalando a la concurrida y entregada audiencia caprichos, que de todo pedían. Pero no, optó por la ortodoxia y no la abandonó hasta el mismo final. Se enfriaron los halagos simples y comenzó un pulcro y solvente recital. De las mejores ocasiones del último Mercé por Madrid. Generoso y acordándose desde la presentación de su Morao, “uno de los mejores del siglo XX y el XXI”.
A su vera Diego, que evocó a su padre en numerosos pasajes, sobre todo a compás. Guitarrista que es un dignísimo y quien sabe si mejor sucesor de una gloriosa saga. De esas que, dicen, nos llevan directamente al “Tronco del Faraón”.
Pareja extremadamente fácil y airosa con el repertorio. Entregados a su papel en el espectáculo y su rol en esta época del flamenco.
En la sección segunda de la vista oral y auditiva se impusieron un buen puñado de letras por alegrías de Cádiz. Siguiendo con unos aún mejores fandangos, libres, de El Gloria. José Mercé ya no compite, ni cuando hace discos ni cuando ofrece recitales. No sabemos si alguna vez lo hizo, pero su cotización y efecto en las masas es tal que no le urge lo más mínimo. Verdaderamente hipnótico a partir de las bulerías, con espacios sin micro y algunas pataítas resultonas.
Y en esto…la sospecha. ¿Se estará acabando esto ya?…los artistas saludan en pie y entre las butacas piden “Aire”. No sabemos si ventilación para respirar del susto, apenas tres cuartos de hora llevábamos; o si se referían al mítico tema de inicios de los dos mil.
Era eso. Tema que accedió a cantar José Mercé a pesar de situarse en un registro incómodo para él, demasiado grave, pero que hizo y solventó sin haberlo preparado. Ahí hubo tablas. Pero… ¿Entonces de verdad ya se acaba? Bis por fiesta y se baja el telón. Una hora de reloj exacta y todos fuera, no se hable más. No sabemos si era lo pactado y estábamos avisados. Pero resultó a todas luces un recital corto, minúsculo, rozando lo increíble. El auditorio no obstante en pie y exultante. Será uno, puntilloso y ansioso de mí… que estaba cogiendo la postura y quería más cante. Época de recortes.