José Mercé
Flamenco Viene del Sur
Teatro Central, Sevilla. 30 de enero, 2007. 2100h |
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LA ESENCIA Rubén Gutiérrez Cante: Moraito Chico; Palmas: Rafael y Chícharo. Tras una andadura de diez años, se presentaba la edición sevillana para este año del ciclo Flamenco Viene del Sur, organizada por la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, en adelante, la Agencia. Cada año ha ido tomando distintos rumbos pero siempre la presencia de unos carteles donde se combinan juventud y veteranía. No obstante, hasta la fecha, el ciclo no ha dado los frutos deseados, pues para esta edición se ha resumido a tres localidades, Sevilla, Málaga y Granada, la cuestión esta un tanto absurda, pues si una de las finalidades de este ciclo es dar a conocer las excelencias de nuestros flamencos, ¿para qué las exhiben en localidades que ya presentan una completa agenda flamenca? Nuevos vientos parecían correr por la Agencia, pero los programas que su anterior director había dejado perfilados, en vez de anularse, se han sacado adelante. Uno de los mayores despropósitos ha sido nuevamente Flamenco Viene del Sur, que no es capaz de penetrar en el tejido cultural de provincias tan faltas en buenas producciones flamencas, como puedan ser Jaén o Almería. En cambio se tira la casa por la ventana y se lleva a Madrid el ciclo “Andalucía Flamenca” haciéndolo coincidir con el Festival Flamenco Caja Madrid, toda una puñalada por la espalada a una labor continuada durante más de quince años. Me alegro que el público madrileño esté agotando las localidades del Teatro Albéniz, mientras que los espectáculos de Andalucía Flamenca no están teniendo tanto tirón, pues es una programación más comercial que artística, donde prima el reclamo turístico, y a los madrileños no les tenemos que decir que es esto del flamenco. Hubiese sido mas productivo el realizar este ciclo en ciudades como Berlin, Praga o Sidney, que en la Villa de Madrid. Solo nos va a costar a los andaluces 200.000 euros de déficit. Prometo centrarme a partir de ahora en los espectáculos del ciclo Flamenco Viene del Sur, pero es que necesitaba trasmitir esta queja que me lleva varios días dando vueltas por la cabeza. Se presentaba el jerezano José Mercé acompañado de su ilustre hidalgo Moraíto Chico con unas malagueñas del Mellizo. Que dominio de la técnica vocal, de los graves a los agudos va recorriendo todas las escalas, mientras que la vocalización de sus melismas es exquisita. Su compañero de fatigas pone la gota que colma el vaso del éxtasis colectivo de la sala. Soleá y seguiriya, esta doble ese, paradigma del cante de Jerez. Ese cante que nació en la tierra y que se forjó en cortijos, gañanías, bodegas y tabancos. Estas canciones protesta de una sociedad mísera, sin recursos. Ese hondo dolor que se traduce en una voz negra desgarradora. El de la Merced se limitó a hacer lo que sabe, cantar por derecho, y Manuel Moreno Junquera “Moraíto” a deleitarnos con el toque de la escuela jerezana, principalmente la derivada de Javier Molina. La compenetración ente Mercé y Moraito es propia de la maquinaria de un reloj suizo Extraño caso el de este cantaor, descendiente de una de las familias cantaoras con más solera del Barrio de Santiago, con antepasados como Paco la Luz, del que tomará su cabal para cerrar la seguirya, o el Tío Manuel Sordera. No obstante una serie de carambolas lo han llevado a lo más alto de las listas de ventas y éxitos, al poner a ritmo flamenco canciones tradicionales. Pero no nos engañemos, este fenómeno no traspasa las fronteras españolas, pues en el extranjero se sigue apreciando al José cantaor, que no al flamenquito. Fandangos personales y del Gloria, otro insigne jerezano, para dar paso a las alegrías donde se incorporan el Chícharo y Rafael a los jaleos y palmas. La compenetración ente Mercé y Moraito es propia de la maquinaria de un reloj suizo, y eso se nota en los cierres de los tercios. No se escapa ni un sólo tiempo, y las florituras vocales de José y las falsetas de Manuel se pueden considerar una especie en peligro de extinción. Llegaría el final de la velada con un vendaval de Santiago, la bulería corta jerezana, ese prodigio de canto donde se aúna técnica vocal, capacidad compositiva y dominio del compás. Pataita incluida del de la Merced, el mismo sucumbió ante el público que le obligó a interpretar una nueva bulería. No sé quien estuvo más a gusto, si los artistas o el público, pero es que veladas así no son fáciles de ver hoy en día, y menos aún en Bienales o Andalucías Flamencas, pero señores de la Junta, vayan buscando una ferretería de guardia por si en cualquier momento hay que ir a confeccionar una nueva llave para José Soto Soto, que bien puede presumir de ser la esencia. |