Texto: Sara Arguijo
Fotos: Bienal de Flamenco – Antonio Acedo
Real Alcázar de Sevilla – Septiembre es flamenco – Jueves 17 de septiembre.
Primera Parte. Cante: José Menese Toque: Antonio Carrión Segunda Parte. Baile: Milagros Menjíbar Cante: Manolo Sevilla y Juan Reina Toque: Rafael Rodríguez Tercera Parte. Cante: Argentina Toque: José Quevedo Bolita y Eugenio Iglesias Palmas: Los Mellis y Torombo Percusión: José Carrasco.
Conciencia, sensibilidad y fuerza
Este jueves se volvió a repetir en el Real Alcázar la receta de programar un cartel con tres artistas reconocidos (dos cantaores y una bailaora) sin más nexo en común que el de compartir dedicación al mismo arte. Puede que para ninguno sea justo empezar la crónica con esta reflexión pero sí cuando esta fórmula festivalera impide al público disfrutar del estilo propio de cada uno que, con José Menese, Milagros Menjíbar y Argentina, nada tienen que ver. Es decir, a un ciclo de este tipo se le debería exigir que las propuestas respondan a un concepto estético porque pasa que después, como se oyó en el patio de butacas, haya quien acabe mosqueado por el protagonismo que tienen unos frente a otros o que cueste cambiar el chip tras cada intersección.
Así, Menese arrancó por mariana y fue todo profundidad en sus soleares y seguiriyas marca de la casa que llegan a las conciencias de quienes reconocen en él y en las letras de Moreno Galván su compromiso con el flamenco y con el mundo. Su cante seco, limpio y tosco invitaba a profundizar en su historia… Una pena que no hubiera tiempo para escucharle más porque su eco, acompañado del sabor de la sonanta de Antonio Carrión, suena tan auténtico que ahora resulta hasta original.
A Milagros Menjíbar, por su parte, le bastaron unas soleares y unas alegrías para dar cuenta de su personalidad y de por qué se le considera maestra de una escuela que es la suya propia. En sus pasos lentos, sensibles y pausados está su filosofía. No la ves moverse pero no para de bailar. El flamenco está en sus manos y en su mirada, luego en la bata de cola y se muestra tan segura que se puede permitir sentir el cante o la sevillanísima guitarra de Rafael Rodríguez, algo que pareciendo una obviedad no se permiten hoy día muchas bailaoras.
Por último, el torbellino Argentina. La onubense salió a demostrar su juventud y su fuerza con una voz absolutamente prodigiosa, por el control que tiene sobre ella y porque cuenta con un timbre que embellece los tercios sobre todo en los medios tonos. Es larga, aficionada y conoce lo que canta y por eso, el jueves acabó ganando la batalla a los seis artistas que la acompañaban sin dejarle apenas aliento. Sin embargo, y aunque Argentina se entrega siempre sin ojana, su recital sonó a enlatado y ella precisó de tiempo para templarse. La velocidad era frenética y ella puede aportar mucho más que velocidad.