Joaquín pidió aplausos para su abuela, que
estaba presente entre el público presenciando el espectáculo,
y culpó a ésta de ser responsable, según
Joaquín, de estar él aquí.
El espectáculo brilló por sí mismo por
estar lleno de contrastes de color, y sobre todo una calidad
de puesta en escena, que según algunos hubiera sido
el cierre ideal para la culminación de la Bienal de
Flamenco.
Joaquín Cortés, incansable en todo momento,
supo agradecer a su público con gestos innumerables
durante el transcurso de su espectáculo. Calidad y
cantidad para demostrar que es un artista pasado de compás
a quién le sobra el arte, y que por algo es el artista
Universal y gitano genial, que él se autodenomina,
pero que en el fondo todos sabemos que es verdad.