JESÚS MÉNDEZ “LOS PASITOS QUE YO DOY…” MUSEOS DE LA ATALAYA – Festival de Jerez
Cante: Jesús Méndez Guitarra: Diego del Morao. Palmas: Manuel de Cantarote, Diego Montoya y Carlos Grilo. Percusión: Ané Carrasco.
Quien acudiese en la tarde de ayer a los Museos de la Atalaya en busca de un recital flamenco rebosante de jerezanía, lo encontró. Fue una actuación de corte clásico y extremadamente cuidado, no fue cantar por cantar y ya está. El jerezano, que se ha ganado desde hace años un lugar privilegiado en el universo del cante, dosifica con inteligencia sus recursos y los coloca donde y cuando más lucen.
Para empezar, le elección del personal: Ané Carrasco fue su toma de tierra de forma permanente, acompañándolo con sutileza y originalidad, muy presente, sobre todo en la toná (sobre colchón por soleá) y el pregón uvero del inicio. El cantaor se fue por cantiñas ya con su alineación de primera, las palmas y jaleos de Carlos Grilo, Diego Montoya y Manuel de Cantarote (ya lo sabemos: sin ellos, nada) y un Diego del Morao inalcanzable en técnica y ánimo, incluso a la hora de poner el toque de humor -aire fresco entre tanta corrección- cuando por error colocaron en escena la mesa que usarían después y pidió ¡¡pon dos bocaíllos!!
Pero no sólo de pan se alimenta la afición, y Diego, cuando pudo, aportó un menú completo de dulzura, soberanía y armonías siempre sorprendentes. Incluso cuando no toca, sus elipsis hablan también de sus acrobacias y de su necesidad de divertirse. Si Jesús ya es un reclamo seguro, que el acompañamiento corra a cargo de Diego, convierte la cita en ineludible.
Siguió Méndez con malagueña que remató con la grande de Enrique El Mellizo. Después, soleá por bulería, tientos-tangos, una ronda de fandangos naturales, siguiriya y, para terminar, por bulería, la banda sonora de la tierra como broche. El cantaor jerezano representa hoy por hoy en el flamenco la corrección personificada y el paradigma de la profesionalidad. En su voz resuenan las voces de una memoria colectiva de otros y estos tiempos. Previsible y acertado, comedido y resolutivo. Merecidamente artista.