Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma
Resumen: Jesús Méndez / Diego del Morao & Antonio Soto – Festival de Nîmes 2011
FESTIVAL DE FLAMENCO DE NIMES |
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Un viento frío ha empezado a soplar en el sur de Francia, pero el buen cante y guitarra nos abrigan en el microcosmos flamenco del Festival de Nimes. En esta ocasión, el joven cantaor jerezano, Jesús Méndez se ocupó de la primera parte del recital, y el guitarrista malagueño Antonio Soto de la segunda. No es fácil presentar un recital de cante y guitarra solista a un público extranjero, pero el gran teatro de Nimes se llenó de aficionados galos ansiosos de saborear el arte de estos dos embajadores de lo jondo. Como otras localidades del territorio flamenco, Jerez de la Frontera se esfuerza para mantener las apariencias en un mundo cambiado donde ya no existen los ambientes tradicionales que fomentaron el cultivo de las formas clásicas. La época dorada, ya no digo de Torre y Chacón, sino de artistas que casi todo aficionado ha podido conocer de viva voz…Terremoto de Jerez, Paquera o el Tío Borrico entre otros…nombres que desprenden un fuerte aroma a bodega y tabanco, se puede dar por terminada. A este panorama llega del barrio de San Miguel de Jerez el joven Jesús Méndez sobre cuyas espaldas, casi exclusivamente, recae el peso histórico de su ciudad. Mucha responsabilidad para uno solo, y bien que la lleva. Le tenía que haber acompañado el bueno de Moraíto, pero por problemas de salud le sustituyó el hijo, Diego del Morao. Méndez dedicó su actuación a Moraíto, y todos los presentes hemos compartido ese sentimiento. Diego abrió con un solo de guitarra por bulerías, y apareció Méndez para interpretar la clásica canción por bulería “Solea de mis pesares”, popularizada por Paquera de Jerez, la que ha sido la Méndez más destacada de la saga. La voz limpia y natural de Jesús da mucho brillo a un abanico de estilos de cantiña, entre Pinini, alegrías de Cádiz y romeras, y malagueñas de Chacón son rematadas por abandolao. Solea apolá, cante atípico en un jerezano, siguiriyas y cabal, ya tocando terreno conocido. El público francés no reacciona a los fandangos que canta a continuación – en España hay cierto culto al fandango que los foráneos no comparten. Bulerías con sabor a San Miguel, “La Salvaora” para caracolear un poquito, pataíta a lo jerezano, un bis de tonás y más bulerías para dejar constancia de lo que había una vez, y todavía puede haber gracias a la afición y constancia de Jesús Méndez. Antonio Soto, nacido en Barcelona en1966, y criado en Málaga, Bordón Minero de La Unión y premio de Córdoba, ha sido acompañante habitual de Fosforito y de Agujetas, lo cual da una idea de su capacidad. De hecho, es más conocido en su faceta de acompañante que de solista. Llegó a Nimes con un cuadro de cinco compañeros, Bonela hijo e Isabel Soto al cante, Rafael Heredia a la percusión, Juan Santiago a las palmas y Alejandro Mateo a la flauta. Empezó por taranta en solitario, antes de llamar al resto del grupo. Un tanguillo en tono flamenco con la voz aguda de su hermana Isabel, alegrías en postura de La con el cante de Bonela, veloz y airoso, y un aire diferente a lo habitual. Sin duda alguna es un guitarrista que se ubica mejor en los toques de compás. Tangos con voz y flauta – me hubiera gustado que fueran del Piyayo, con el sabor peculiar que dan los malagueños, pero el tema quedó curiosamente bello y original después de todo. A lo largo del recital, Soto empleó un ataque y pulsación energéticos, un decir agresivo y un pulgar poderoso como corresponde a su generación. Bulerías con modulaciones y musicalidad, ancladas en tierra, tan diferente al sonido etéreo que luce la nueva generación. Interesante fue la intervención de la hermana Isabel Soto. Hacia el comienzo había perdido la simpatía del público con su voz aguda y francamente molesta, pero pudo demostrar su arte con un número de cante y baile por bulerías en la mejor tradición de la Cañeta de Málaga de quién es familia. Digno de mención también fue el baile por fiesta del palmero Juan Santiago. Por la noche la fiesta en el bar del hotel fue inevitable, y cada día llegan flamencos de Marsella y otras localidades francesas para participar en la movida del festival nimeño. |