Colegio Mayor San Juan Evangelista. Madrid.
Jueves 21.
JERÓNIMO SINTONIZA CON SAN
JUAN
Guitarra: Jerónimo Maya; Segunda
guitarra: Leo de Aurora; Guitarra: Felipe Maya; Cante: El
Ciervo; Percusión: Amador Losada.
Artista invitado: Arcángel
Por Manuel Moraga
Fotos: Rafael Manjavacas
Jerónimo Maya abrió el Festival presentando
su primer disco en solitario. Su guitarra parece diseñada
para el escenario del San Juan Evangelista, con el que creó
una simbiosis natural, nada forzada. Su extenso recital -posiblemente
demasiado, todo hay que decirlo- fue una espléndida
muestra de la intersección de mundos musicales que
llenan la mente de Jerónimo Maya.
Los militantes de la guitarra tienen en Jerónimo Maya
un motivo más para su fe. Este madrileño es
probablemente uno de los instrumentistas flamencos mejor formados
y más capacitados de su generación. Incluso
da la sensación de que el flamenco se le queda corto,
aunque su estética no pueda sustraerse de este sentir.
No se llenó el “Johnny”. Quizá
la afición está ya acostumbrada a los carteles
de gran calado en ediciones anteriores. Como plus de reclamo
también estaba anunciado Arcángel en calidad
de artista invitado. Aún así, no se llenó.
Y es una lástima, no sólo porque Jerónimo
es un excelente guitarrista flamenco, sino porque además,
todo amante de la música -en su concepto más
global- puede disfrutar con su arte. Y en este sentido, el
San Juan Evangelista es lugar de culto: el mejor lugar para
Jerónimo.
Con una tremenda personalidad, Jerónimo no puede escapar
de sus referentes musicales: la clásica y el jazz adquiridos
por voluntad propia, conscientemente, mientras que el flamenco
es parte de su mapa genético. Amueblada así
su cabeza, no es que Jerónimo exprima las posibilidades
de cada idea musical –lo que, por definición,
le llevaría a agotarlas-, sino que su trabajo se basa
en desarrollar esas ideas, y eso significa un proceso de mucha
más envergadura. Aunque la guitarra le suene flamenca,
su método recuerda más a la forma de creación
formal de la música culta.
Entre rondeña, soleá o bulerías nos
encontramos música de Mozart o de Django Reinhardt.
Entre una técnica depuradísima, saltan el pellizco
y los guiños gitanos Y todo ello dosificando con maestría
las escaladas de intensidad con paréntesis de sensibilidad
y sosiego aun dentro de la misma pieza.
Arcángel cantó a Jerónimo y Jerónimo
tocó al cante de Arcángel. Así de sencillo.
Así de bonito. Nuestro protagonista trabajó
aquí con tremendo respeto, con la intención
de no molestar. Pero tan callada quedaba su guitarra que casi
pecaba de falta de apoyo para el cantaor.
Es difícil destacar momentos de un recital redondo
en su conjunto, pero sí podría subrayarse el
menage a trois entre Jerónimo, su hermano Leo de Aurora
y el padre de las criaturas, Felipe Maya. Las rondas partían
de éste último, recogía Leo y remataba
Jerónimo. Tres versiones diferentes, tres personalidades
con una misma herencia. La música de generación
en generación.
Recital redondo, sí, pero demasiado extenso. Dos horas
de un mismo artista, por muy variado que presente el repertorio,
termina por hacerse ciertamente denso. Aun así, las
paredes del San Juan vibraron una vez más con los acordes
que partían de un escenario a la altura de su historia.
Jerónimo fue el artífice de esa sintonía.