Jerez, la butaca electrificada y Joaquín Grilo

José Gálvez

José Gálvez

«Sonanta de tocaor» – José Gálvez guitarra. Luis el Zambo, cante. Miguel Lavi, cante. Manuel Cantarote y Juan Diego Valencia, palmas. Artista Invitado: Joaquín Grilo, baile.

José Manuel Gómez Gufi

El espectáculo comenzó con un poema y una voz cavernosa y firme que nos cuenta entre penumbras que la guitarra es sonanta y que en Jerez es una cosa muy seria que se desarrolla entre dos barrios de estilos bien diferenciados y aparece José Gálvez con su guitarra flanqueado por el compás mayúsculo de Manuel Cantarote y Juan Diego Valencia y se arrancan por bulerías que es por donde la mayoría suele acabar. Pero ¡ay! El sonido es atronador.

Uno se vuelve hacia la mesa de sonido pero debe estar tras unas cristaleras de la flamante sala roja de los teatros del canal, así que gritar el clásico: “¡El sonido satura!” no garantiza que el mensaje llegue a su destino, miro a mi alrededor y todos los espectadores parecen encantados de estar ahí y aplauden las bulerías y la saturación como quién aplaude a Sonic Youth, los Pixies o Lagartija Nick (grupos de rock que hacen saturar sus guitarras como un elemento más del hecho artístico). No parece que sea el caso, Gálvez nació en la calle Cantarería en el barrio de Santiago y se le puede ver con Diego del Morao en el youtube. Moderno pero con límites.

Las dos piezas siguientes me hacen recordar el documental “El cante bueno duele” un retrato de Jerez y del añorado Moraito Chico. Aparece Miguel Lavi y la saturación permanece, no puedo decir que me guste por seguiriyas, a esas alturas tengo un dolor de cabeza de esos que atormentan, salgo del teatro para avisar del desbarajuste.

Me dicen que no es un técnico suyo y avisan a quien sea de la queja.

JOAQUIN GRILO VUELVE A MADRID

Aparece Joaquín Grilo al que sigo desde que grabó por Thelonius Monk (el extraordinario compositor y pianista de jazz) en unas bulerías al golpe en el primer disco en solitario de Chano Domínguez. Hace unos meses apareció junto a Diego Carrasco y uno siempre tiene ganas de verlo bailar porque habla con los pies y no necesita ni guitarra, ni compás porque lo lleva todo ahí, en el zapato, y compone una figura de bailarín, al rato la descompone por caderas y juega a ser niño y a ser vieja y hace un gesto pa que se acerquen las palmas y los palmeros… y el compás se vuelve visible.

Enorme y sintético.

Todo ha merecido la pena y ahí me doy cuenta de que tengo el equipo de sonido apuntando a mi butaca y que eso explica la saturación del volumen. Debo estar sentado en la plaza del sordo. Me cambio de sitio mientras aparece Luis el Zambo que hace poco visitaba la sala García Lorca cantando sin micro ni electricidad; y el primer gesto del cantaor es el de unas tijeras por soleá, osea que le quiten el “chivato” donde le suena la guitarra.

Hubo un bis en el que el protagonista de la tarde José Gálvez cantó una composición propia. En resumen Luis El Zambo vuelve a triunfar en Madrid aunque seguro que todo fue más cordial en el “desenchufado” de la Lorca. Faltaba el fin de fiesta en el que todos se olvidaron de los micros –¡Viva la Paquera!– y cumplieron sobradamente con el cante y las bulerías.

Fotografías, por David Mudarra

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