Javier Latorre, El Morente que no cesa

«El rayo que no cesa» Javier Latorre, Karen Lugo, Marco Flores, Ana Latorre. Teatros del Canal – Suma Flamenca – 18 diciembre 2020

El estreno de una obra teatral o coreográfica requiere un esfuerzo titánico que no acaba en la primera representación de la obra. Hace un año y medio desayunaba muy cerca de la mesa en la que hacía lo propio Israel Galván con su equipo, la noche anterior había hecho una representación más de “Fla.co.men” que lleva viajando varios años y el bailaor seguía corrigiendo luces, tiempos, detalles de una obra que crece porque está viva.

Voy a muchos conciertos con la mente abierta, liberado en lo posible de prejuicios para que los artistas te conduzcan al territorio que han creado. Con el baile flamenco, a veces hay que hacer los deberes para no pensar ¿Qué es lo que me está intentando contar?. Así que lo mejor es escuchar al protagonista en esta página: “El rayo que no cesa” es un libro de poemas y hemos hecho un poemario dancístico dedicado a Enrique Morente, cada uno ha coreografiado sus poemas basándose en muchas épocas artísticas de Enrique utilizando músicas, algunos temas originales y otros temas de Enrique tratados en el estudio por otros artistas”.

Un vistazo al programa era suficiente para detectar que no iba a sonar ningún tema de Morente del disco de Miguel Hernández que, recordamos, que fue un disco que sirvió para que el cantaor se tomara ciertas libertades con los cantes; en algunos casos los versos le empujaron a modificar el “molde”, la ortodoxia.

Recapitulamos. “El rayo que no cesa” no tiene que ver con Miguel Hernández, aunque tampoco lo niega. Por eso hemos titulado la crónica “El Morente que no cesa” y eso es lo que sentimos en el primer cuadro. Cuatro cuerpos caminan precipitadamente sobre un escenario vacío. Sobre ellos suena una deslavazada mezcla de cantes y ruidos. Imaginen que todas las emisoras de la radio están programando una canción diferente de Enrique Morente y vas saltando de dial en dial. Eso que para Madonna (o el que sea) es algo habitual en medio mundo, es ciencia ficción para el flamenco.

Baila Javier Latorre con el cante de Morente con claridad sin acelerarse ni competir. El escenario sigue vacío de escenografías y referencias. Un tablao, un pared en el fondo, una fila de focos y en los laterales varios equipos de sonido esperando el próximo concierto. Suena “El pequeño reloj” que es una recreación musical de Carlos Cuenca y una coreografía de Karen Lugo que hace girar delicadamente su falda como si fuera la autómata del mecanismo.

El “Kyrie” es el de la “Misa Flamenca”. “Compases y silencios” procede del último disco en estudio “Pablo de Málaga” una inmersión en el mundo de la música contemporánea que, sin embargo, nunca pierde el compás. Los cuatro bailaores hacen un esfuerzo colectivo que consiguen llenar el espacio escénico. El narrativo es otro cantar; de pronto suena la voz de Morente hablando en una entrevista, pero apenas se le entiende y ahí perdemos la continuidad estética, el dejarnos llevar por el rayo que no cesa e intentamos entender el mensaje.
(Entre los múltiples problemas de diseño que tienen los teatros del Canal, la acústica de las salas es uno de los más evidentes).

Suena “Borrachuelo con aguardiente” baila Ana Latorre y “Alegato contra las armas” que, de nuevo, es una adaptación sonora y de pronto te encuentras con los bailaores contra la pared (o contra el paredón) y tienes la sensación de que has pasado del cubismo al hiperrealismo. ¿Qué era lo que decía Morente? Y llega lo mejor de la noche, desaparece el sonido (pero no la música). La coreografía de Marco Flores mueve al cuarteto por todo el escenario creando una sinfonía con los pies.

El “collage” culmina en “El rayo” un poema muy “heavy”, de los del “Heavy-metal” de toda la vida. Y ahí tengo que decir que vi a Enrique Morente acercarse a muchas músicas pero jamás al “heavy”. Hay que recordar que es una opción estética legítima y que no hay posibilidad de confusión ya que Javier Latorre colaboró en diversas fases del “Omega” que, como todos los aficionados saben, es un ejercicio del rock “indie” tendencia “Noise”, modelo años 90. Estas cosas (las etiquetas) cambian muy rápidamente.

Un día dije que me parecía un error bailar flamenco con pantalones de cuero (creo recordar a Joaquín Grilo o Antonio Canales). Aquí tengo que tragarme mis palabras. A Karen Lugo le sientan fetén. Total que uno no escuchaba “heavy” desde los tiempos de Barón Rojo y Obús. Con esas “pintas” saludaron al respetable. Una joven decía a la salida: “ha sido muy moderno para mí”, quizá quería decir: “soy muy antigua para esto”. A mí me gustaría volverlo a ver. Otro día.

 
 
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