Resumen: Jardines de Sabatini, FARRUCO 'Al son de Farruco' & Antonio Rey
ANTONIO REY & |
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Texto: Pablo San Nicasio “Antonios a toda velocidad” La programación de “Los Veranos de la Villa” sigue contando, un año más, con el flamenco como uno de sus platos fuertes. Hay anunciados artistas en los teatros Pradillo y Lara, así como en los escenarios de Puerta del Ángel y en Sabatini. Este último palenque ya habitual en las programaciones estivales. Para 2009 se ha notado mucho recorte en la cartelería. No tanto en lo que a número de espectáculos se refiere, como en el peso de los artistas que se pasearán por Madrid. Comparen con lo que había tiempo atrás y me comprenderán. Y Sabatini es la prueba más evidente de esto. Escenario de una categoría y belleza únicas, la menguada edición de este verano tiene, sin embargo, el aliciente de contar con gente que, en condiciones de mayor bonanza económica, posiblemente no vendría. Así que para quien crea que siempre se programa lo mismo, que se pase alguna noche por las cercanías del Palacio Real a ver que se cuece. No hay mal que por bien no venga y siempre es bueno que los festivales se abran a nuevos o no tan conocidos artistas. Para el miércoles estaba anunciado un doble espectáculo. Abriendo escena Antonio Rey, guitarrista de los de la nueva onda. De las generaciones que han salido al abrigo de todos los que conocemos y, por tanto, con la grandísima dificultad que entraña decir algo nuevo en un campo, el de la guitarra de concierto, más que trillado. El madrileño afincado en Jerez ofreció un breve recital de media hora donde se acercó a algunos de los temas de su primera y única grabación: “A Través de Ti”. Y fue este tema que da nombre al disco, la rumba con la que cerró su actuación, lo más original y logrado de un recital donde se notó su gran “admiración”, como la de tantos otros, por lo que hace Paco de Lucía y, sobre todo, Vicente Amigo. Técnicamente impresionante y limpio, que ya es mucho, su música en cambio pecó de falta de originalidad. Su taranta inicial fue un calco de la estética “vicentera”, salvo en unos geniales pizzicatos. Las alegrías, pirotécnicas, olían a la playa de “La Barrosa” por todos los sitios. Bolero, rumba y bulería posteriores con el mismo material. Una técnica difícilmente superable, en eso siempre de acuerdo, pero bastante en deuda con los ases comentados. Llegando al final y abriendo la puerta a aires nuevos, repito, con el tema “A través de ti”. Ahí sí vimos que, quizá, en el futuro tengamos guitarrista de los de abrir camino. Puede que le faltase tiempo y no escogiese Antonio el repertorio más auténtico, sino el más resolutivo y espectacular de cara a la galería. El mismo grupo de Antonio Rey (bajo de Popo, violín de Bernardo Parrilla, cante de Pedro “el Granaíno” y percusión de Isidro Suárez) se incorporó a las tareas de acompañamiento en la segunda parte. Quizá lo más acorde con el día a día de estos artistas. Antonio y su gente son los grandes músicos que llevan los Farrucos de gira, y en ese contexto es donde se puede apreciar mejor lo que llevan dentro. Vimos a Antonio Rey haciendo música más original, más en su sitio, sin pensar en la competencia, sólo en él y en su bailaor. Llegaba el espectáculo a su segunda parte y Antonio Fernández Montoya “Farru”, con el aura mediático de ser quien es. “Farru” incorporó, además de los músicos que habían abierto la noche, a un guitarrista más (genial en su solo de la noche, de lo mejor sin duda) y otros dos cantaores, todos habituales en los combos de artistas gitanos como Tomatito, El Cigala, Jesús de Rosario, Canales, etc. El instintivo y visceral bailaor sevillano (este es de esos que no se pasan las horas muertas en un estudio ensayando, a este le sale) se dio un baño de multitudes que fue creciendo en intensidad hasta culminar en la soleá final. Más de veinte minutos de epílogo en los que Antonio sólo se explayó en las partes aceleradas a bulerías, que parecían no tener freno. Bulerías y tangos fueron los terrenos exclusivos de “Farru”. Algo que le resta variedad y que se va imponiendo ya como repertorio más usual y casi forzoso en los espectáculos de artistas gitanos. Y eso que hubo fandangos y una soleá reposada….pero sólo de entreacto. Únicamente para hacer tiempo y que el compadre se metiese en el camerino a vestirse. Impresionante con los pies, su atractivo reside en su innata capacidad de adaptación al compás, su don de público y su extraordinaria estrella sobre el escenario. Lo dicho, a este le sale. Quedaría verlo dentro de un espectáculo con hilo argumental, historia, coreografía…aunque quizá eso no entre dentro del esquema o de los objetivos de este tipo de artistas. Brilló el grupo toda la actuación, queda apuntado, sobre todo las guitarras y el violín de un Bernardo Parrilla que pasa por ser el único arco disponible para la raza. Era el principio de la madrugada, pero a medio aforo aún le quedaba ir a la fiesta de verdad. |