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Texto: Manuel Moraga
Ya echábamos de menos a Isabel Bayón en la
escena madrileña. Sabíamos que está inmersa
en su academia de Sevilla, tuvimos noticias de su éxito en
la Bienal de Sevilla 2006 con “La puerta abierta” y
teníamos ganas de verla de nuevo en las tablas. No ha sido
con ese espectáculo, sino con otro anterior, “La mujer
y el pelele”, una interesante propuesta teatral dirigida por
Pepa Gamboa en la que el flamenco no sólo aparece en forma
de cante, toque y baile.
Con muy buen sabor de boca salimos del Teatro Español. El
público compaginó las risas con el disfrute estético
del baile de Isabel Bayón. Toda la obra transpira inteligencia
y solidez. La directora, Pepa Gamboa, ha tenido la habilidad de
manejar bien los mimbres para construir buenos cestos. El primero
de ellos es la propia tesis: la elección de un original formato
teatral bailado. Otro elemento es el guión, es decir, el
trabajo de adaptación de la novela (“La femme et le
pantin”, de Pierre Louÿs, 1898) con lo que supone de
selección de texto y de encaje de las distintas escenas para
que la obra progrese narrativamente. Después viene el paso
del papel a la escena, y ahí también encontramos muchos
aciertos, entre ellos la utilización de los propios músicos
como personajes que participan de la acción: el personaje
del Ciego (Juan José Amador) está muy logrado, y las
relaciones entre el personaje del pelele (Juan Motilla) con la banda
también están planteadas con éxito.
El actor Juan Motilla defiende mejor su personaje cuanto más
avanza la obra, Tomasito lo borda en su papel del amante de Conchita
e Isabel Bayón –Conchita- logra una particular dualidad
entre su personaje y ella misma: junto a la construcción
bailada de su personaje –que es espléndida- también
sale a relucir la propia personalidad de Isabel Bayón y por
tanto, su forma íntima de entender la danza. De hecho, la
obra nos va llevando y trayendo a dos planos, el de la acción
de la novela y el de la propia vida de Isabel Bayón con imágenes
proyectadas de su infancia en las que por cierto, aparece un maravilloso
Chano Lobato.
Alguien comentó que Isabel tenía anoche un problema
físico tal que estuvo a punto de cancelar la representación.
Si es cierto, desde luego que no se notó, porque sus muñecas,
sus brazos, sus hombros, sus caderas, sus pies… toda ella
se movió con exquisitez.
La canallesca, el humor ácido, el ambiente popular en que
se desarrolla la acción, los celos, los amores… todos
estos elementos -amén del toque, cante y baile- van envolviendo
la obra de una atmósfera inequívocamente flamenca,
teniendo en cuenta que la acción se desarrolla en Sevilla
y Cádiz de finales del XIX.
En definitiva, “La mujer y el pelele” es una obra inteligente,
llena de humor y bien conjuntada y muy recomendable donde podemos
disfrutar del arte de esta gran bailaora y coreógrafa que
es Isabel Bayón.