Texto: Sara Arguijo
Fotos: Adam Newby
Entrega del premio Demófilo a Pedro Peña Fernández y homenaje con la presencia de Dorantes, Pedro Mª Peña, Luis el Zambo, Pastora Galván, Esperanza Fernández, José de la Tomasa, …
Ficha artística. Homenaje a Pedro Peña Cante: Pedro María Peña, Luis El Zambo, José de la Tomasa, Chiquetete, Esperanza Fernández Piano: Dorantes Baile: Pastora Galván Guitarras: Pedro María Peña, Miguel Ángel Cortés, Fran Cortés y Miguel Salado Percusión: Rubén Vargas Palmas: Sergio Aguilera, Raúl Aguilera y Pedrito Peña Lugar: Sala Joaquín Turina Fecha: 5 de noviembre de 2015 Aforo: Lleno
El mágico homenaje a Pedro Peña
Íbamos a empezar esta crónica diciendo que no hay nada que produzca un efecto más narcótico en el público que la falsedad y que, por el contrario, cuando las cosas que se hacen de corazón el escenario parece ser una extensión del patio de butacas y viceversa. Después, encontramos esta sentencia de Antonio Machado: La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés y no podemos encontrar momento más oportuno para citarla que el asunto que nos toca abordar. La entrega del Premio Demófilo 2015 que la Fundación Machado ha otorgado este jueves al artista Pedro Peña, en un homenaje lleno de emociones y sentimientos sinceros.
Para quienes lo desconozcan, este guitarrista lebrijano (hijo de María Fernández La Perrata y Bernardo Peña, sobrino de Perrate de Utrera, hermano de El Lebrijano y padre del guitarrista Pedro Mª Peña y del pianista Dorantes) es de esas figuras cuya labor trasciende lo artístico. Es decir, más allá de convertirse en tocaor imprescindible de los festivales flamencos del siglo XX y de haber acompañado a los mejores cantaores del momento, el también maestro de primaria es un hombre al que todos reconocen por haber sido eje vertebrador entre los gitanos flamencos, por “impulsar de la cultura y las costumbres ancestrales de su pueblo”, como indicaba el programa de mano-, por su activismo social y por su defensa, al fin, de los valores fundamentales. Dicho de otro modo, ese ser del que todos hablan y lo hacen bien.
Por eso, no es extrañó en absoluto que la Sala Joaquín Turina se llenara hasta la bandera (se agotaron todas las localidades) y que cada uno de los artistas que participaron en el espectáculo trataran de dar lo mejor de sí mismos en reconocimiento a Pedro Peña. Así, en una noche “mágica”, como la definieron todos en repetidas ocasiones, se vio cantar, bailar y tocar con absoluta honestidad a grandes nombres de todas las generaciones de lo jondo.
Empezó su hijo el guitarrista Pedro María Peña, que se atrevió incluso a cantar por soleá. Le siguió Luis El Zambo, que trajo todo el pellizco jerezano en su cante por soleares y sus bulerías cortas. Después, el magisterio de José de la Tomasa en unas soleares abiertas y luminosas y una toná impresionante, de cátedra. Chiquetete, recordando para el homenajeado la letra de Amigo ya no hay amigo en unas bulerías al golpe y poniendo toda su dulzura por en sus soleares. Esperanza Fernández desplegando voz en las cantiñas y dejando conmocionado a los asistentes con Di, di Ana cantada ya con Dorantes al piano. Siguió éste, con unas emotivas palabras a su padre, “no se puede haber tenido más suerte”, sostuvo, y unas aún más enternecedora rondeña. Para terminar, el embrujo y el desparpajo de Pastora Galván bailándole al músico como una sultana salida de Las mil y una noches.
Y cómo no, entrega oficial del premio y un fin de fiesta donde el propio Pedro Peña cantó acompañado de sus hijos una canción sobre un poema suyo que, confesó, sólo había cantado en familia. Claro que puede seguir diciendo lo mismo porque la reunión fue en un teatro pero el ambiente era el del salón de casa.