Mujeres cantan a Lole. Artistas: Lole Montoya, Alba Molina, Pasión Vega, Rocío Márquez, María Toledo, La Mari ‘Chambao’, Diana Navarro, Niña Pastori, Angelita Montoya, Estrella Morente, Mara Rey y Pastora Galván. Músicos. Guitarra: Joselito Acedo, El Perla, Paquito Iglesias. Percusión: Paco Vega. Palmas: Dani Bonilla, Manuel Cantarote, Manuel Valencia y el Cubano. Piano: Alejandro Cruz. Lugar: Cartuja Center. Fecha: 8 de marzo. Aforo: Lleno.
“Cuando la gente estaba presa, tú eras libre”. Así quiso Estrella Morente resumir la importancia de Lole Montoya no sólo ya en lo artístico, donde “sigue siendo una de las voces más bonitas del flamenco femenino”, como resaltó, sino en la vida misma. Porque ella se atrevió a romper viejos esquemas para tender nuevos puentes, según cita el programa de mano, pero además encarnó la promesa de un mundo más justo, más tolerante y más fraternal. De ahí que el homenaje que se le rindió este domingo en el Cartuja Center fuera un acto de reivindicación de su figura como maestra y como pionera de la renovación del flamenco, pero también de su papel como mujer, gitana y madre de una generación.
Es decir, como recalcaron todas las mujeres que pasaron por el escenario, Lole, en su discreta revolución, ha sido luz y faro para varias generaciones de artistas, sea cual fuere su estilo musical. Una leyenda viva para ellas y para las que llenaron el patio de butacas y la recibieron de pie entre ovaciones: “hazlo como tú sabes, miarma”. Y para las que en los 70 y 80 tarareaban sus canciones en casa esperando que la garganta clara y limpia de la Montoya les removiera por el Río de mi Sevilla, les hiciera despertar en el Nuevo Día y les acercara ese universo donde Todo es de color.
En este sentido, este elegante homenaje organizado de forma exquisita, algo inusual en este tipo de actos, sirvió para recuperar el que ha sido uno de los repertorios más completos, personales y bellos del flamenco contemporáneo. Himnos como La mariposa, Dime, los tangos del almendro o el Romero verde, que ahora sonaron igual de frescos y actuales en las voces de Alba Molina, Pasión Vega, Estrella Morente o Angelita Montoya.
Aquí, al fin, Lole Montoya fue la mitad del inolvidable dúo con Manuel Molina, a quien quiso dedicar el recital “porque esto es de dos”, destacó para añadir que, “como se dice por aquí, nos tiramos a la piscina del tirón”; y fue la hija de la Negra, la madre de Alba Molina y la abuela de Lucía pero, sobre todo, fue esa mujer empoderada. La representación de una nueva lucha, esta vez no por la paz sino por la igualdad de las mujeres, por el feminismo.
Así, una a una, las invitadas (Rocío Márquez, María Toledo, Diana Navarro, La Mari de ‘Chambao’, Niña Pastori, Pastora Galván y Mara Rey, además de las ya mencionadas) dieron una lección de sororidad artística cantándoles a eso mismo que se gritaba por la mañana en las manifestaciones de toda España. “Qué fatiga ser mujer, cuando hay un caminito que no nos dejan correr”, repetía al compás de bulerías Angelita Montoya en una de las interpretaciones más jondas de la noche.
Especialmente emotivo fue la calidez y la ternura con que arroparon madre e hija a la mariposa blanca, o la interpretación del Dime con Pasión Vega y Lole al piano de Alejandro Cruz; o el compás canastero de los tangos que cantó Niña Pastori con la homenajeada y el quejío de María Toledo. Y, más aún, comprobar que la luz de la garganta de Lole sigue intacta, como la profundidad de su mirada. Porque, como recitó Diana Navarro, Lole es maestra, eterna, Lole Sevilla, Lole alegría, Lole almendro, Lole infinita, Lole madre, Lole abuela, Lole siempre ¡Larga vida a Lole!