Resumen: Guillermo Cano & Ruben Levaniegos en Clamores
GUILLERMO CANO |
Texto: Pablo San Martin JÓVENES PERO “FLAMENCAMENTE” PREPARADOS La mítica sala “Clamores” del madrileño Chamberí ofrece, para terminar septiembre, el ciclo “Flamenco a Chorro”. Tres sesiones de auténtico cante y toque sin aditivos, con grandes intérpretes en un escenario que mezcla intimidad, solera y responsabilidad para quien lo pisa. Abrió este jueves Guillermo Cano. Estupendo cantaor onubense que se ha presentado al mundo flamenco hace bien poco volando de la nada al todo en apenas dos años. Con otros tantos discos y un buen puñado de premios, llegaba al otoño madrileño el que, para muchos, es digno continuador del hacer de los cantaores más asolerados que ha dado su tierra, por otra parte de moda en la actualidad.
Recital en dos partes, la primera de más jondura que la segunda. Con un arranque con lo más valioso que sale de su largo conocimiento. Más de cuarto de hora de soleares donde destacaron unos estupendos recuerdos a la Serneta. No menos grande por alegrías y potente, aunque algo improvisado y a menos por siguiriyas. Cerró antes del descanso por fandangos, muy cortitos pero en su sitio. Un primer apunte de lo que, sin duda, ya es su especialidad, sobre todo tras el extenso homenaje que realiza a este cante en su segundo disco. La tierra tira mucho a este jovencísimo intérprete. Vino con la artillería pesada Guillermo. Se trajo a los “Macarines” para corear y dar compás a su actuación, y a un brillantísimo guitarrista: Rubén Levaniegos. Sevillano al que los buenos aficionados recordarán por su ya laureada trayectoria a pesar de su insultante juventud.
Impresionante creador de falsetas con un soniquete flamenquísimo y no menos solvente puesta en escena. Apunten ya su nombre si habían cometido el mortal pecado de no conocerlo. Sabían donde estaban y la segunda parte, cuando ya quedó claro que Guillermo Cano tiene condiciones para ser alguien muy grande en esto, pasaron al repertorio rítmico, que no aliviado. Fandangos, estupendo recital por tangos que dejó exhaustos a más de dos y de tres famosos cabales que por allí andaban, guajira y final acoplando la “Pena, Penita, Pena” con las bulerías del desamor y alguna letra torera. Bis sin micro por fandangos del Gloria y la total certidumbre de que habíamos presenciado un recital por derecho, comprometido, de dos horas de un flamenco al más alto nivel. Tapando bocas a los que ningunean la juventud y dándonos todos por muy satisfechos. No puede uno sino rendirse ante la evidencia. Hay futuro para rato. Como cantó Guillermo por tangos: A nadie le pido na Pues eso.
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