Espectáculo: Gugurumbé. Las raíces negras. Dirección musical, arreglos y adaptaciones: Fahmi Alqhai. Dirección de escena y coreografía: Antonio Ruz. Accademia del Piaccere. Viola da gamba, Fahmi Alqhai, Rami Alqhai, Johanna Rose. Guitarra Barroca: Carles Blanch. Cémbalo y órgano: Javier Núñez. Percusión: Agustín Diassera. Cantaora: Rocío Márquez. Soprano: Nuria Rial. Baile flamenco: Mónica Iglesias. Danza contemporánea: Ellavled Alcano. Guitarra flamenca: Dani de Morón. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Martes, 19 de enero de 2021.
Con el objeto de celebrar la conmemoración del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo de Magallanes-Elcano, indagar en las influencias que la música negra dejó en el flamenco y trasladar a escena la idea de que “ninguna música es pura”, llegó este martes al Maestranza ‘Gugurumbé’, una propuesta dirigida por el prestigioso violagambista Fahmi Alqhai y el coreógrafo Antonio Ruz que indaga en esos intercambios artísticos y defiende el mestizaje entre culturas.
Así, con una inteligente y cuidada estructura musical, se intercalan las cadencias que vinieron a Europa por el comercio de esclavos desde América con los compases de las composiciones que fueron origen del flamenco en un diálogo fluido y natural, de poderoso fulgor rítmico. Aquí, por tanto, desde un planteamiento colorista y luminosa, se entremezclaron chaconas, jácaras, bulerías, alegrías, fandangos… en las voces de la soprano Nuria Rial y la cantaora Rocío Márquez, la danza de la bailarina contemporánea Ellavled Alcano y la bailaora Mónica Iglesias, la guitarra flamenca de Dani de Morón y la viola de gamba de Alqhai y la música de la Accademia de Piacere con la exquisita y brillante percusión de Agustín Diassera.
Es decir, con una óptica coral y una factura solvente, Gugurumbé ofrece un espectáculo amable e interesante que recuerda la importancia del encuentro para el crecimiento y el desarrollo de cualquier arte. Aunque el planteamiento escénico resultó pobre dentro del Maestranza y se echó en falta un mayor contraste entre los registros del cante y del baile, cierto carácter en el planteamiento, algo monótono a veces, y alguna sorpresa inesperada. De todo, nos quedamos con los fandangos de Márquez y la tonada del Congo que sirvió de cierre y puso al público en pie.