Teatro Villamarta 20.30 horas – Festival de Jerez
ALFONSO LOSA & PATRICIA GUERRERO «ALTER EGO«
Patricia Guerrero, Alfonso Losa baile, Ángeles Toledano e Ismael de la Rosa Bola, cante; Francisco Vinuesa, música
Vídeo – Galería fotográfica
Somos tú, yo y ese otro yo que es de ambos y del que ninguno se apropia. Un tercer cuerpo que nace de construir, amasar, enriquecer, desafiar y acompañar al otro. Un tercer ser que no tiene nombre y sin embargo nadie que viera anoche Alter Ego en el Festival de Jerez olvidará qué forma tiene. Patricia Guerrero y Alfonso Losa sellan con esta pieza un modus operandi sin accesorios que subraya la solidaridad, la co-creación y la interdependencia.
Después del Deliranza de Guerrero -ese apabullante ejercicio tribal y arrollador- y de Flamenco: espacio creativo de Losa -esa suite deliciosa, preciosista y minimalista, también con un paso a dos memorable junto a Concha Jareño-, confluyen aquí sus caminos particulares donde ninguno opaca el brillo del otro. Al contrario, lo refleja y multiplica. Aun así, no debe de ser fácil en estos tiempos egoicos compartir los focos y los aplausos en un momento álgido de tu carrera y con el cuerpo y la mente en todo su esplendor y sin embargo ambos se echaron en los brazos del otro sin miedo a la sombra.
Sin más atrezzo que cinco sillas, Patricia y Alfonso danzarán mucho, todo el tiempo, al principio desconectados y centrados en sí mismos y poco a poco invadiéndose el espacio, el compás y el protagonismo, con destreza y cortesía. No parecía importar tanto cuánto bailaran -algo que hicieron con frenesí- sino para qué. Quizá para saber que en el otro encuentro un vehículo de energía que sostiene la mía y la expande y no se pierde, se libera. Quizá para atestiguar la audacia de que cuanto más sostengo al otro en su camino, más me fortalezco y es un viaje de ida y vuelta. Porque no eran movimientos necesariamente sincronizados -que para eso ya tenemos a nuestra sombra- sino definitivamente hermanados.
Especialmente emotivo y sobrecogedor resulta el fragmento del paso a dos en silencio. Solos, frente a frente, casi al principio del espectáculo, marcaría una impronta que se repetiría: a través de figuras bellísimas, grititos y percusión corporal, los vemos aprender a estar con la otredad sin perderse. Te veo y sigo aquí, simplemente permanecemos, sostenemos lo que hay -sea lo que sea que aparezca-, sin manipular ni convencer ni seducir. Hallar en el otro sin olvidar mi yo; acunar ese nuevo ser que, sin ser descendiente, tiene ADN de ambos. Un ejercicio gestáltico en toda regla.
Conmovedores y hábiles al cante tanto Ángeles Toledano como Ismael de la Rosa Bola que, sin llegar ninguno de los dos a la treintena, se han ganado tanto como solistas como para el cante para el baile un sitio de honor que no para de crecer. Mención especial a la serrana de Toledano (La nieve por tu cara pasa diciendo donde no hago falta no me entretengo) y las Sevillanas de la vida. ¡Qué momentitos!
No puedo terminar este texto sin subrayar el trabajo, tanto a la guitarra como a la composición musical, de Fran Vinuesa, que asume cada vez más veces este compromiso, nada fácil con estos dos titanes y sus intenciones. Igual que el diseño de luces de una Olga García clarividente que, junto al vestuario de una Belén de la Quintana ya omnipresente, consigue darle el aroma preciso al baile celebrativo y disfrutón que no compite ni opaca, que tan sólo festeja la fortuna del hallazgo en sí. Ese colchón mullido de sus técnicos y artesanas apuntala la clara dirección de este Alter Ego. Así, ni Guerrero pierde sus maneras ni Alfonso sus hechuras, y sin embargo consiguen encontrarse en tantos puntos de fuga como se proponen. Todo ello sin caer en vender la pareja como único lugar de certidumbre, y plantear en cambio el acompañamiento limpio de la hermandad.