La Riviera – Inverfest – Madrid
José Manuel Gómez Gufi
Hay momentos en los que cambia una era, se cambia el el paso y el estilo. Se pasa de Charlie Parker a Miles Davis, del mambo al chachachá, de Sinatra a Elvis, de cambiar el mundo en Woodstock en el 69 al “no hay futuro” de los punkis en el 77. Nada permanece, todo cambia, incluso en el flamenco que parece que tiene verdades eternas.
Decía una de las leyes de la química: “La materia ni se crea ni se destruye, solo se transforma”. No sé si está vigente con todo eso de la mecánica cuántica ni sé lo que opinaba Einstein sobre si el talento se hereda o se construye. Einstein fue el tío que mejor entendía las leyes del universo, adoraba la música y se lo hubiera pasado pirata en La Riviera.
Regresaba Ketama a Madrid ¿qué fue de aquellos miles de fans que bailaban al son de los Habichuelas hace veinte años? Algunos se han hecho aficionados al flamenco, otros se han vuelto sordos y la mayoría lucha por sobrevivir que no es poca cosa.
Ketama lideró el cambio de concepto, el nuevo flamenco, el descaro juvenil y también un cambio social: los gitanos en el colegio con más gracia que nadie y algunos problemas en matemáticas, excepto a la hora de contar el compás. Aquella generación dejó atrás las penurias de padres y abuelos y se ganaron la vida y los aplausos en el mundo del pop, un territorio lleno de trampas y tocomochos.-¡las cañas a 5,50 señores, flojas y muy-mal-tiradas! Llevar sed en La Riviera es una desgracia y una ruina.
Comenzó Antonio Carmona a cantar desde una de las barras para luego lucir chaqueta y sonrisa de estrella del pop. Una balada y un pelotazo: “esta noche no me acuesto que vengo de borrachera” y tran tran. “Ya no tengo mákina porque la he vendido” canta recordando el Shongai 2. Al rato salió Rosario, otra suave. Y para suave la guitarra de Josemi y lo que tiene la Riviera que no se calla el personal así se pierdan un bis de Van Morrison. Un poco más tarde fue Juan Carmona El Camborio el que se lució en la guitarra, pidió silencio por la gloria de las mujeres de la generación del 27, pero nananai.
Antonio se acordó de su padre y cantó con su sobrino. Se quedó solo y empezó a cantar “Incomprendido” por el lado del Pesca con la guitarra destemplada y fue engarzando rumbas con boleros ya con el apoyo de sus primos.Luego otro pelotazo: “Loo-okó” y a Manuel Machado y Ariel Bringuez se les caen las partituras, nada grave. “Ke estamos tan agustito” Josue Ronkio le pone el caldo gordo al compás con la candela de Luis Dulzaides y las teclas de Cortina. Aparece un cantante de Israel y cuando estamos en la recta final suena el mantra: “Toma Ketama” e invitan a Moncho Chavea y Original Elias “Dance hall de Caño Roto”, y entonces ocurre, el tema crece, se expande y se concentra. Late fuerte y la gente entiende que hemos entrado en otra era y rapea Moooncho Chavea, el Quincy Jones de Pan Bendito, y los Ketama se miran asombrados con cara de “es ke nos han cambiado los tiempos” y los máximos representantes del trap gitano siguen dando en el sitio “TomaKetama-ketomaketama”. ¡Brutal!
Cuando se descubrieron hace tres años los Chaveas eran famosos en la comunidad gitana pero unos desconocidos para el señor google. Eso sí ya llevaban millones de visitas en el youtube. Hacen versiones, temas dedicados y composiciones propias, tienen un directo a prueba de raperos y traperos. Elías pasó por los Yakis, banda salsera gitana y Moncho comenzó a experimentar y producir con un PC reciclado de la basura. Su “compa” Omar Montes ha sido seducido por el lado tenebroso de Telecinco mientras ellos han mantenido colaboraciones con todo bicho viviente desde el underground, la penúltima con Sabor de Gracia. Otro pelotazo.
Salen de escena el Chavea y el Elias y parece que cambias de siglo, ¡joder! ¡Y están tocando el “Vente pa Madrid” el pelotazo entre los pelotazos!. Quedaba el manifiesto: “NO-ES-TAMOS-LO-KOS que sabemos lo que keremos y tal. Organizar el fin de fiesta con los Habichuelas es todo un arte (Marote es el jefe y hacen de guardia de tráfico las matriarcas). No hay un local tan grande para celebrar, así que celebran sobre el escenario. Llega Pepe Habichuela y se arranca por bulerías mientras por detrás aparece el resto de la familia, amigos e invitados y se enseñan las jerarquías y se arranca a bailar Amparo, la madre de Josemi. Detrás van los demás y vemos a Maui haciendo coros y el Piraña toca ¡la guitarra! Y suena una melodía para que quepa cualquier cosa: “na-na-na-na, na-ná” y todo ocurre sin que pierdan la cara los Ketama, aquí el arte es lo primero; así que reaparece Elías y le pasa el testigo el Chavea que le hace una seña a la banda y vuelve a transformar el sonido. Para volver al soniquete y arrancarse Kiki Morente con la misma grandeza de su apellido.
Algunos seguirán pensando que Ketama fue un sarpullido que le salió al flamenco. Para muchos de nosotros fue la puerta de entrada al arte y a la tradición y por lo visto y oído, Ketama sigue abriendo puertas. Queda inaugurado el GIPSY POWER 2020.