Gala de Clausura Bienal de Flamenco – Lebrijano

Lebrijano - Bienal de Flamenco

Lebrijano - Bienal de Flamenco

Texto: Estela Zatania

Fotos: Antonio Acedo

«El cante se escribe con L» – Juan Peña Lebrijano
Domingo, 5 de octubre, 2014. 2030h. Teatro de la Maestranza
Bienal de Flamenco de Sevilla.

Especial XVIII Bienal de Flamenco – Toda la información

La Bienal de Flamenco de Sevilla finaliza con un homenaje a Juan Peña «Lebrijano»

Cante: Juan Peña «El Lebrijano», Juan José Amador, Diego Carrasco, Inés Bacán, José Valencia, Tomás de Perrate. Piano: Dorantes. Baile: El Carpeta, Carmen Ledesma. Guitarra: Pedro Ma. Peña, Antonio Carrión, Ramón Amador, Ramón Amador hijo. Violín: Faiçal Kourrich. Voz árabe y teclado: Redduane Kourrich. Percusión: Agustín Henke, Nano Peña. Coros y palmas: Juan Reina, Sergio Romero, Juan Sanjuán.

Esta vez había objetivos más allá de presentar un gran espectáculo.  Fue la gala de clausura de la décimo octava edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla, después de 24 días intensos de actuaciones, presentaciones, conferencias y exhibiciones.  Y también ha sido un gesto de reconocimiento y homenaje para un gran veterano del cante flamenco: Juan Peña «Lebrijano».

Este hombre, cuyo currículum empezó a tomar cuerpo antes de la época de Camarón y Paco, ha pasado por diversas etapas artísticas, desde el mairenismo más clásico, un repertorio que domina con maestría, hasta el orientalismo, experimentalismo o fusión.  Le tocó vivir una época de cambios radicales en el flamenco, y probó de todo, con mayor o menor éxito, siempre con inteligencia, conocimientos y honradez.

Este bien intencionado homenaje ha tenido momentos emotivos para cualquiera que ha sido testigo del viaje artístico del Lebrijano.  Ahora lo vemos con los años encima, y su voz templada suena más fatigosa que aquella del joven que cerraba programas en los años setenta con su cante y baile por bulerías…incansable, imparable, el rey de los festivales de verano.  

Juan se esforzó para entregar sus cantes por soleá y por siguiriyas, encontrando sus limitaciones y manejándolas como el buen profesional que es.  Inés Bacán interpretó la soleá por bulería romanceada tan típica de Lebrija, Tomás de Perrate nos dio cantiñas y alegrías del Pinini, Carmen Ledesma aportó su baile majestuoso con el aplomo y serenidad que lacaracterizan y Dorantes al piano recordó hilos melódicos hechos famosos por su tío Juan.  Las guitarras de Pedro Ma. Peña, Antonio Carrión, Ramón Amador y Ramón Amador hijo pusieron el aire adecuado en todo momento.

No han faltado las contestarías «Galeras» creadas por el Lebrijano, referencias a «La palabra de Dios a un gitano», «La Buenaventuranza», la música andalusí que llenó una etapa importante del cantaor, «Lágrimas de cera», «Libres como el aire», «Dame la libertad», «Mi condena» o el inolvidable «Sal que te quiero ver bailar» que para los de cierta edad, marcó la época.

Si el cantaor no ha podido con todo eso, tuvo el apoyo experto de voces como las de José Valencia o Juan José Amador que cariñosamente evocaron el sonido inconfundible del maestro de Lebrija.

Quedó extrañamente fuera de lugar el baile de Carpeta que no terminó de ubicarse, y la presencia de Diego Carrasco no fue aprovechada, aunque siempre da gusto verlo en un escenario.

Hace quince días Lebrija protagonizó una deliciosa velada en el Hotel Triana, con algunos de sus mejores talentos jóvenes.  Anoche el círculo se completó con la clausura de un gran festival, y un merecido homenaje a Juan Peña «Lebrijano», uno de los cantaores más importantes de nuestra época.


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