Resumen: Gala Conmemoración 175 aniversario Cajasol Arcángel, Pansequito, Israel Galván
Gala Conmemoración 175 aniversario Cajasol |
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Ficha Artística: 1ª actuación: Arcángel (Cante), Miguel Ángel Cortés (Guitarra); 2ª actuación: Pansequito (Cante), Moraito (Guitarra); 3ª actuación: Israel Galván (Baile), Juan José Amador y David Lagos (Cante), Pedro Sierra (Guitarra). Texto: Gonzalo Montaño Peña El Centro Cultural Cajasol nos trae de nuevo el flamenco más actual y a la vez más clásico. Todo en una gala que había creado expectación, tal vez por las ganas que en Sevilla se tienen ya de volver a disfrutar de las mejores propuestas del momento, pero también por que reunía a tres grandes del flamenco. Tres visiones, tres maneras de entender lo mismo: Un legado. Con una puesta en escena bastante austera se presenta Arcángel ante el público, se sienta en la silla y se busca el tono mentalmente para abrir la boca por Toná y Debla. El cantaor Onubense sabe que la cita es importante y pone todo de sí en el cante, lucha contra él en una bella pugna, ha empezado en un tono que roza las posibilidades de su tesitura, pero retorciéndose en la silla, logra salir victorioso. El público le jalea y la verdad es que la cosa pintaba bien, a priori.
Sale Miguel Ángel Cortés para acompañar la voz y se nota la compenetración de ambos en la Caña y Polo que interpretan. A Arcángel se le sigue viendo con ganas pero no alcanza a estar como en el primer cante. Señales al técnico de sonido para que suba el monitor porque parece que dentro no se oye bien. Seguimos por Tangos extremeños en la versión melódica de Arcángel que se mueve entre los agudos controlados pero que también busca su media voz en la que suena aún más dulce. La guitarra de Cortés juega al mismo juego aportando variedad de registros con la sonanta y sobre todo esperando bien el cante. Sin embargo, el cantaor se queja de que tiene problemas para escuchar. Algo que se notaba desde el segundo cante, en el que se bajó un poco el nivel interpretativo. Tras unas alegrías de nuevo a media voz marca de la casa pasamos a los esperados Fandangos de Huelva en los que Arcángel puede explayarse a placer alargando los tercios y haciendo alarde de facultades. Mete letras del pueblo, o al menos que hablan del pueblo, y el público parece identificarse. Se despide sabiendo que pudo haber sido bastante más de lo que fue. Tras la juventud de Arcángel llega la veteranía de Pansequito. Cantaor que precisamente había presentado en Sevilla esa misma mañana su último trabajo discográfico “Un Canto a la Libertad”. Así que esperábamos que nos mostrara algo en directo. Con todo del disco solo mostró su voz y la guitarra de Moraito porque el repertorio elegido fue de cantes clásicos.
Comenzó por Alegrías con palmas y la guitarra de “Moraito Chico”, en este palo Antonio Cortés es todo un maestro. Mece el cante como se mecen las barcas en la orilla. Su eco suena gitano y rico en melismas. Al igual que con Arcángel, el arranque presagiaba un buen rato de cante pero pronto surgieron los problemas ya que dentro del escenario el artista parece no estar muy a gusto con el sonido. Siguió “Panseco” por Soleá otro palo donde suele mostrar su magisterio y su particular forma de entender el cante alargando los tercios y doblándolos para llevarlos al punto máximo en donde los remata, sin embargo no termina de ser ese cantaor que todos conocemos y esperábamos. Buscando desquitarse del quiero y no puedo el dúo Pansequito- Moraito se recrearon por Bulerías sabiendo que a soniquete es difícil igualarlos. Empezaron por letras cortas, para seguir con cuplés y durante más de diez minutos elevaron la temperatura del recinto para luego despedirse con grandes aplausos. El escenario se transforma para que llegue Israel Galván que viene acompañado por David Lagos y Juan José Amador al cante y la guitarra de Pedro Sierra. Comienza Lagos cantándole por Fandangos “a Capella” y a cada tercio del cantaor el bailaor le responde a modo de guitarra con los pies, manos, incluso dientes. Luego Amador le canta otro Fandango y Galván le responde. Este bailaor ha logrado que todo su cuerpo sea un instrumento de percusión con el que acompaña el cante con frases rítmicas impresionantes. Le siguió una Soleá en la que de nuevo muestra su novedoso lenguaje expresivo y con el que ha logrado la comunicación con el cante y el toque, pero lo más importante es que parece que el público ha llegado a comprender esta lengua que no hace mucho era denostada por la mayoría del público y la crítica flamenca. En el cante por Toná, que en sí es un cante serio y arcaico, sigue la conversación cantaor-bailaor frase a frase. Galván demuestra tener un gran sentido del humor con imposibles poses flamencas. El público está entregado y el aplauso es unánime. Sevilla se rinde definitivamente al baile de Israel. Con la camisa totalmente empapada por el sudor del esfuerzo, el bailaor se vuelve hacia David Lagos para que éste le cante por Tientos. El cante sigue siendo serio, es lo que precisamente busca el bailaor, pero lo que él expresa está en la antítesis de la seriedad. O quizás un tipo de seriedad surrealista que expresa con poses como una en la que se pasa la mano por detrás de la cabeza para abrirse el párpado como si dijera: fijaros bien. Entre estas poses tan vanguardistas va mezclando cierres con los brazos a modo clásico en los que muestra la gitanería que guarda. Le sigue Juan José Amador por Tangos continuando este magnífico diálogo flamenco. Y si hemos destacado el papel del bailaor dominando todo el espacio corporal y la función que los cantaores ejercen aportando el lado clásico que el espectáculo necesita, no debemos olvidar de mencionar la gran capacidad de acoplamiento de Pedro Sierra a la guitarra. Es impresionante el trabajo que hace y el despliegue técnico que muestra. Pero además funciona como bisagra entre las partes bailaoras y cantaoras de modo magistral. Sin duda es uno de los mejores guitarristas flamencos (y no flamencos) de este país y lo demuestra tanto acompañando al cante y al baile como en los espectáculos solistas que hemos visto. Para concluir, unas Bulerías a velocidad de vértigo al estilo de los años 30 y al refinado sentido del tiempo del bailaor se unen unas poses que se mueven entre lo onírico, lo flamenco y lo torero. El público en pie esperando un fin de fiesta (que no se produjo) a estas dos horas y media de auténtico cante, toque y baile de categoría que celebraban el ciento setenta y cinco cumpleaños de la entidad bancaria y que nos abren el apetito para lo que viene en el próximo ciclo Jueves flamencos.
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