Fuensanta La Moneta – «La Capitana» – Suma Flamenca

La Moneta

La Moneta

Texto: Silvia Cruz Lapeña
Fotos & video: Rafael Manjavacas

Centro Cultural Paco Rabal
22 junio 2013 – Suma Flamenca
Homenaje a Carmen Amaya

Baile: Fuensanta “La Moneta”
Guitarra: Luis Mariano
Cante: MigueL Lavi, Juan Ángel, Antonio“El Nitro”, Jaime Heredia “EL Parrón”
Percusión: Miguel Rodríguez “El Cheynne”
Direccón y Coreografía: La Moneta
Música: Luis Marinao

Artista, bruja y sabia

Llegó Fuensanta La Moneta al Centro Cultural Paco Rabal a homenajear a Carmen Amaya con un cuadro de lujo al que le falló la calidad del sonido y una iluminación poco ensayada. Suerte que tardó poco en salir esa especie de bruja avisadora que es Fuensanta, que también es hombre y bestia, y a la que solo le faltó arrancarse el pelo para demostrar que si Amaya era La Capitana, ella ya está en disposición de dominar cualquier ejército sin necesidad de rango.

Salió templada y se fue calentando con mucho tiento. La primera aparición supo a poco pero en la segunda, La Moneta apareció con chaqueta corta y falda a media pierna, enseñando los pies, sin miedo a nada. Fue toro y torera, arrastró los pies en unas escobillas escalofriantes y mostró detalles de Israel Galván y Matilde Coral sin caer en la paradoja. Fue moderna con los brazos y clásica con las caderas, con las que trazó círculos perfectos que hipnotizaron al público.

En su tercera aparición, se vistió los brazos con flecos y como si fuera cubierta de lágrimas, dijo con sus manos lo que pocos son capaces de decir con el cuerpo entero. No se repitió, no cansó, no se pareció a nadie y al rato de estar bailando ya nadie se acordaba de La Capitana. Supo aguantar el gesto y sostener cada movimiento, no tuvo prisa, no se rindió a la velocidad ni al golpe en seco. Fue niña durante un rato, corrió por el escenario e incluso pareció disfrutar de un juego particular. 

Pero de pronto, como si hubiera descubierto algo insospechado y mortal, le cambió la mirada, sonrió de un modo helador y envejeció 30 años. Se retiró y volvió con los flecos convertidos en volantes de una falda negra, acompañados de torera y castañuelas que sonaron como pequeños tambores de muerte. Si es cierto que Carmen Amaya bailaba para vivir, no lo es menos que La Moneta supo arrancar ese aire de vida y de muerte constantes que se podía apreciar en el baile de La Capitana. Allí, vestida de negro, Fuensanta se volvió maga, invocó un juramento e hizo a revivir a Carmen pero con su propio cuerpo, con sus propios medios, a su manera. 

Es posible que el espectáculo necesitara un relato más consistente, pero después de verla bailar, quedó claro que La Moneta puede suplir esa falta de argumento. Quedo claro eso y que ella ya no compite. No lo necesita. Tampoco cometió el error de otras bailaoras y coreógrafas que homenajean a Amaya: ni  la imitó, ni lo intentó.  

Lo que sí emuló La Moneta de la catalana, y con mucho tino, fue la mirada. Fuensanta es una actriz excelente y en Madrid fue una intérprete de premio. El dramatismo que aplicó a sus ojos fue temible sí, pero también una herramienta bien trabajada que le permitió hacernos creer que había desaparecido y que era su reflejo el que se movía en el escenario. Ella estaba transportada, en un éxtasis creíble que resultó escalofriante: un toque perfecto para un espectáculo que pretendía traer a la tierra el espíritu de una bailaora trágica como lo fue Carmen Amaya

Esa noche La Moneta no fue solo baile. Porque nadie, sin ser artista, bruja, y sabia puede hacer lo que esta mujer logró en la Suma. 


Fuensanta La Moneta

 

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