VIII Festival de Otoño de Granada
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Texto y fotos: Estela Zatania. Baile: Fuensanta “La Moneta”. Cante Eva Durán. Guitarra: Miguel Iglesias, Paco Iglesias, Román Vicenti. Percusión: José Carrasco. Compás: “El Eléctrico”, “El Torombo”. Cantaor en off: Jaime “El Parrón”. Guión: Raúl Comba. PODERÍO DOMADO En su octava edición el Festival de Otoño de Granada este año ofrece un programa de indudable calidad. Con figuras granadinas de la talla de Manolete, Juan Andrés Maya o Fuensanta la Moneta, decir “cartel localista” no es despectivo sino motivo de celebración, y la inclusión del grupo sevillano Son de la Frontera es el complemento perfecto para uno de los festivales más interesantes del calendario otoñal. Inexplicablemente, el flamenco granadino sufre cierto complejo de inferioridad. Quizás sea la mala prensa que padece las cuevas de Sacromonte que hace años, con pocas excepciones, ofrecían un producto de poca calidad. O será que la fama mundial de la Alhambra deja a cualquier manifestación cultural en segundo plano. Lo que es indiscutible es que Granada es tierra de grandes bailaores, desde Mario Maya o Manolete hasta Eva Yerbabuena, pasando incluso por la catalana Carmen Amaya, espiritualmente ligada a esta tierra (algunos reivindican su procedencia granadina, dato que no se ha podido demostrar). Granada también ha dado al mundo una escuela de guitarra, la de la saga de los Habichuela y Juan Maya “Marote”, y con un nutrido grupo de jóvenes cantaores como Antonio Campos, Marina Heredia, Juan Ángel Tirado o el malogrado Víctor el Charico, además de las maxi figuras de Enrique y Estrella Morente, tampoco flaquea en el cante. Si Málaga ha logrado armar un taco con su bienal, Granada se merece este modesto festival, y mucho más.
Fue precisamente en Málaga en Flamenco que se estrenó en septiembre “Entre la luna y los hombres”, una de las “Siete producciones nuevas” elegidas para aquel propósito. Entonces, no es de extrañar que la obra siga la línea vanguardista que ahora favorecen los políticos encargados con difundir nuestra cultura a nivel internacional. Existe la creencia oficial, posiblemente acertada, de que el público extranjero necesita recibir el flamenco aderezado con abundantes referencias teatrales y un look rigurosamente contemporáneo. Es una propuesta arriesgada, porque si el tópico del pasado fue “lunares y panderetas” (¿recuerda alguien haber visto una pandereta en un espectáculo flamenco?), el llamado “nuevo flamenco” suele pecar de minimalismo que pasa por sofisticación, y elementos chocantes insertados con calzador. La Moneta, más flamenca que nunca… sutil, madura Por un lado “Entre la luna y los hombres”, a pesar de muchos momentos de gran belleza, cae a ratos en estos escollos: el abundante empleo de telas diáfanas, un largo audiovisual que te deja con la sensación de estar en casa viendo la tele o la imagen sin sonido de una cabeza de hombre aparentemente furioso que capta tu intención sin que quede claro por qué prologa la soleá (aunque la estrofa cantada “…el rastro negro de rimel que se corre en tu mejilla” parece aludir a la violencia doméstica), nos obligan a buscar significado donde quizás no lo haya. Por otro lado, la buena noticia es que el extraordinario talento y dinámica personalidad de la Moneta curan todos los males. Incluso teniendo que bailar gran parte del espectáculo vestida de un menudito camisón de raso blanco, encuentra su verdad bailaora apoyándose en un compás infalible, un excelente sentido coreográfico y su sensibilidad flamenca. También hemos notado cierta sutileza adquirida, posiblemente resultado de la necesidad de someterse a la estructura de un guión.
Destacable es la actuación de cantaora Eva Durán cuya bella voz flamenca es el hilo conductor para un maratón de cante que incluye malagueña y abandolao, guajira, taranta, farruca, soleá y seguiriya con versos originales adaptados de Ángeles Mora y Teresa Gómez. La colaboración de la pareja Moneta/Durán sólo es comparable a la de la exitosa pareja de Mayte Martín y Belén Maya. El trío de guitarras, Miguel Iglesias, Paco Iglesias y Román Vicenti, excelente, la iluminación de Lluis Martí, inteligente y original. Fuensanta la Moneta, más flamenca que nunca, poderosa, sutil, madura, clausura la obra por siguiriyas vestida de una despampanante bata de cola roja, prescindiendo del fin de fiesta que pide el público en pie.
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