Ficha artística. Espectáculo. Flamencolorquiano. Dirección artística y coreografía: Rafael Estévez. Idea original y coreografía: Valeriano Paños. Bailarín principal: Valeriano Paños. Solistas: Sara Jiménez, Macarena López. Bailarinas: Julia Acosta, Nadia González, Gloria del Rosario, Carmen Yanes. Bailarines: Martí Corbera, Borja Cortés, Ricardo Moro, Iván Orellana y Alberto Sellés. Cantaores: Sebastián Cruz, Vicente Gelo, José Luis Pérez-Vera. Guitarras: Juan Torres y Pau Vallet. Artista invitada: María Terremoto. Lugar: Teatro Maestranza. Fecha: 24 de septiembre de 2018. Aforo: Lleno.
Sara Arguijo
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Aún no se ha abierto el telón y confieso sentir una pereza importante por saber que me tendré que enfrentar de nuevo a otra propuesta flamenca que toma prestado el nombre de Federico García Lorca, me temo que en vano. Y lo peor, más como fuente de ingresos que como fuente de inspiración.
Me pregunto si no hay más poetas, pintores o andaluces universales lo suficientemente interesantes como para llevar a escena su obra. O si el Ballet Flamenco de Andalucía, ése que nos representa, no podría bailarle a la contemporaneidad… O si, y esto ya es una reflexión a posteriori, es imposible acercarse a la figura del granadino sin dibujarlo de negro y derramando sangre, abordándolo desde lo conceptual y no desde lo descriptivo. Como hizo por ejemplo en el cante Enrique Morente, sin duda uno de los que mejor entendió a su paisano.
Es decir, Flamencolorquiano se presenta como una propuesta arcaica y repleta de tipismos en la que, como viene siendo habitual en Estévez y Paños, se realiza un importante trabajo de investigación musical. El problema es que se pone el énfasis en indagar en el repertorio folklórico, pero desde el punto de vista escénico se proponen pocas novedades.
En este sentido, a pesar de la calidad artística y técnica de la obra abundaron las estampas coreográficas que acudían a la literalidad de los textos y no, como decíamos, a la búsqueda de la intención, al esbozo que tan bien sabe abordar Patricio Hidalgo en sus pinturas.
Por eso, el grueso resultó denso y monótono, sobrando algunas piezas como las de la apertura, la seguiriya o el Romance de Don Boyso que rompieron el ritmo y alargaron a dos horas un espectáculo que habría quedado mejor resuelto en menos tiempo y sin necesidad de desplegar todo el catálogo documental.
Aun así, hubo momentos de especial belleza como los de la bailaora solista Macarena López, quien como ya demostró en su etapa en la compañía de Estévez y Paños, destacó por encima del conjunto por sus excelentes cualidades dramáticas y la versatilidad de su baile. Fue maravilloso verla recordar a la Argentinita por alegrías con bata de cola de lunares o desplegar su vitalidad en unas luminosas guajiras. También interesantes fueron las piezas del zéjel de Las tres morillas de Jaén, con la excelente interpretación de José Luis Pérez-Vera, y las protagonizadas por los directores. Por un lado, la de la muerte de Antoñito el Camborio con un magistral Valeriano Paños -¡No se puede bailar mejor y más perfecto!- y por otro, la de un inspirado Rafael Estévez que sacó toda la flamencura y creatividad en los tientos-tangos que le cantó la poderosa María Terremoto, como artista invitada de la noche.
Fotografías: Oscar Romero / La Bienal