El inusual frío del pasado martes 20 de enero
parece que castigó a la parte del público que
no llenó el Teatro Central de Sevilla. Otra explicación
no tiene, porque la sala acogía a una de las primeras
figuras de la guitarra flamenca; si no a la gran figura: Gerardo
Núñez.
Supo acompañarse el sonantista (con vuestro permiso)
de aventajados alumnos, excelentes tocaores a los que presumiblemente
veremos con más frecuencia pisando las tablas de escenarios
“cabales”: José Manuel León,
Juan Antonio Suárez “Canito” y Jesús
de Rosario. También pudimos disfrutar
con la intervención de Manolo de la Luz que
tocó junto con todo el elenco artístico en los
más de quince minutos de bulería que cerraron
el espectáculo, esta vez vinculado al “Taller
de Guitarra” que en los días anteriores se había
estado realizando en el mismo teatro.
“Bajadilla”
(soleá) y “Kabul” (tanguillos) fueron los
temas que interpretó José Manuel León
para romper el hielo. Le siguió “Canito”
con “Luna” (seguirilla), “Alboreá
a mi hermano” y “Rumba do Nilo”. Jesús
de Rosario puso su gran grano de arena con una rondeña
(“Blanca”) y una bulería (“Rajira”).
Tres guitarristas noveles cuyas cualidades son sobradamente
dignas del oído del respetable público y para
hacerle sombra a Gerardo. La limpieza y la fuerza en el toque
poco rebuscado de Jesús de Rosario merecen al menos
este comentario, aunque tampoco lo desmerezcan sus compañeros.
Y aparece Gerardo: guitarra soberbia y dominante, profundamente
flamenca. Pocos calificativos registra el castellano para
repartir sin redundancia entre tantos buenos guitarristas,
pero sin duda que a él le tocan muchos de los inefables,
de aquellos que se refieren a esas cosas que le arrebatan
a uno el alma.
De prima y bordón es el dueño: los maneja
a su antojo y llega al extremo del virtuosismo técnico.
Un pulgar que desborda arzapúas y punteos, vertiginosos
picados y un ritmo trepidante que a veces corría a
contrapunto con un control francamente milimétrico,
sin caer en la apariencia de piezas frías y escrupulosamente
ensayadas, aunque lo están, consiguieron la atención
de los espectadores.
“Yerma”, “Trafalgar”, la soleá
por bulerías y “Sevilla”, se han paseado
ya por varios escenarios, pero son diferentes: Gerardo Núñez
no abusa de estas piezas sino que las reinventa cada vez que
las toca y nos regala la posibilidad de volver a disfrutar
de ellas en directo, con los matices que esto conlleva.
Ángel Sánchez “Cepillo” y Pablo
Martín hicieron que las dos horas mal contadas de actuación
nos supieran a menos. El primero a la caja y con el contrabajo
el segundo. Viniendo de la mano de Gerardo ya delatan sus
aptitudes como músicos. En absoluto defraudaron las
expectativas. Como tampoco lo hizo Manolo de la Luz, uno de
los participantes del “Taller de Guitarra”, muy
conocido por sus actuaciones como acompañante en los
tablaos de Sevilla.
Gerardo Núñez impartiendo un curso de guitarra
Cinco guitarras, un contrabajo y una caja se despiden por
bulerías ante una gran ovación.