Texto: Silvia Cruz Lapeña
Fotos: Ana Palma
Los alumnos del Ballet Flamenco de Andalucía presentaron las coreografías resultantes del «Proyecto Cantera», un programa ideado para potenciar y exhibir su creatividad.
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Rafael Estévez y Valeriano Paños, director artístico y coreográfico respectivamente del Ballet Flamenco de Andalucía, presentaron en Jerez el resultado del “Proyecto Cantera”, en el que alumnos de entre 21 y 26 años exhibieron hasta once números coreografiados por ellos mismos. La idea era dejarlos crear, proponer y defender sus propuestas y eso es lo que hicieron sobra las tablas del Teatro Villamarta durante hora y media.
En general, “Flamenco, tradición y vanguardia” resultó demasiado oscuro, algo de lo que se quejaron muchos espectadores a la salida. En cuanto al baile, la “Fantasía por farruca” de Paños estaba llamada a ser el plato fuerte por contener las que hicieran en su día el Maestro Otero, Antonio Ramírez y Vicente Escudero, pero no fue de las mejores actuaciones del cordobés, a quien le faltó un poco de equilibrio para ejecutar un palo tan exigente. La chispa y la personalidad las puso Estévez en la pieza compuesta de romance y petenera porque a pesar de que su repertorio de movimientos es más limitado, él es un iconoclasta y tiene ángel.
Una clase más que un show
Casi todas las piezas fueron de reconstrucción o recopilación de estilos y de nombres propios, y por eso a ratos el espectador tuvo la sensación de estar presenciando una lección de baile más que un show. También resultó repetitivo (muchos brazos y manos rectas, muchos movimientos espasmódicos, muchas vueltas sobre el eje haciendo de hilo común entre las piezas) y quizás por eso, previsible. Tanto, que al público le costó casi una hora regalar el primer “ole”.
En una noche con tantos artistas aún poco conocidos fue un desperdicio que la prensa estuviera sentada tan lejos del escenario. Aún así, a Alberto Sellés se le adivinó por su capacidad de comunicación y por la alegría, que no se puede forzar, pero que a él le sale bien porque le sale del cuerpo, no sólo de la sonrisa. Entre sus compañeros hubo dos actuaciones que rompieron un poquito la tónica del show. Una fue la de Macarena López, hipnótica en la recopilación de tientos que diseñó y bailó junto a Sellés, Sara Jiménez, Eduardo Leal, Carmen Yanes y el mismo Estévez. Tiene picardía, brazos largos y elocuentes y una energía fuera de lo común.
Entre los chicos, el benjamín del grupo, Martí Corbera, destacó desde el primer número por la longitud de su zancada, con la que se pasea por escena como sin esfuerzo, como si flotara. Se le vio disfrutar en la parte final, un repertorio de folklore español en el que saltó, danzó y jugó con su compañera como si fuera de verdad, no una interpretación, y así fue como logró diferenciarse del resto.
¿Por qué el Villamarta?
Lo mejor de “Flamenco, tradición y vanguardia” fue que la cantera del Ballet Flamenco de Andalucía pudiera mostrar sus ideas en un espacio tan importante como el Festival de Jerez y que lo hiciera con un nivel técnico excelente y una actitud espléndida. Más discutible es si el Teatro Villamarta era el lugar adecuado para un proyecto así, interesante por lo didáctico y por la exhibición de nuevos valores, pero lejos del nivel artístico de los shows que ha acogido la sala durante este Festival de Jerez.
Eso no resta el enorme talento que hay en el grupo, que fue poco jaleado durante la gala, pero muy aplaudido al final. No en vano de esas filas salieron artistas como Israel Galván, Rafaela Carrasco o Belén Maya y más recientemente, Patricia Guerrero. Por eso, y visto lo visto anoche, seguro que en pocos años no importará desde qué butaca del teatro los contemplemos, pues a algunos se los va a ver brillar hasta en la última fila.
Galeria fotográfica (Ana Palma)
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