En el AVE de vuelta a Sevilla me pregunto todavía si lo que hizo Estrella Morente este domingo en la clausura de la décima edición del On Fire fue directamente tomarnos el pelo o es fruto de una inconsciente ceguera que le lleva a creer que la propuesta está a la altura de lo que se espera de una artista de su talla.
Sea lo que fuere, el caso es que este ‘Desde la cuna’ se presenta como un espectáculo mediocre, improvisado, superficial y ñoño, en el que la cantaora apareció rodeada de sus familiares para hacer un repaso por las influencias artísticas que le vienen desde el vientre su madre, encargada de arrancar el recital tarareando una nana con una proyección de fondo de la que seguramente sea la primera foto de ambas juntas.
Así, las imágenes del montaje audiovisual, igual de cutre y sentimentaloide que los que hacemos cualquiera de nosotros en las celebraciones caseras, sirvió de hilo argumental a este recorrido por el acervo musical de la Morente que evidentemente tiene a su madre y su padre como faro, pero también a su tío Montoyita, que la acompaña desde sus inicios, a su tía La Globo -“la que me hizo amar la pureza de los tablaos”-, a otros maestros de lo jondo, desde Pastora, cuya voz sonó en off, a Carlos Saura (con ausencias como Pepe Habichuela ¿?) y artistas de otras disciplinas, desde Michael Jackson a Nina Simone, por nombrar algunos de los que fueron saliendo en pantalla.
Con esto, la granadina se dedicó a esbozar retales de los palos, letras y canciones que le han hecho artista eclipsada por el séquito de los suyos hasta el punto que apenas pudimos oír su voz entre tanto reverb y exceso de volumen, palmas, percusión y cortes rítmicos que no dieron pie en ningún momento a la mesura, por más que entre ellos mismos se jalearan y se vitorearan con oles. Como una big band a lo malo. Sin gusto.
La nana de Aurora Carbonell, el solo de Montoyita, el baile por soleá de La Globo, la pataíta de su prima… y, entre tanto, Estrella cabalgó con voz mermada por el repertorio de su padre desde ‘La Estrella’ a la ‘Aurora de Nueva York’, pasando por granaína ‘Eso nunca lo diré’, abandolaos, sus míticos tangos (a medias) y las “bulerías de la casa”, dejando pasar los tercios y acudiendo continuamente el efectismo, como si lo de menos fuera abordar el cante.
Como decimos, una elección escueta en la que se echó de menos muchos de los grandes éxitos de los que puede presumir y que sólo consoló cuando se acompañó al piano de Pedro Ricardo Miño para cantar las canciones a ritmo de tango ‘Vuelvo al sur’ y ‘Nostalgia’.
Esa misma que sentimos todos al recordar a esa Estrella arrolladora que, a pesar de conservar intacta su fuerza escénica y su carisma y tener todo a su favor para figurar como la gran diva del flamenco, parece haberse perdido a la deriva. Lo peor es que ya no tenemos esperanza de asistir a su reaparición y el público tampoco tiene ganas de pagar una entrada (que esta vez no llegó al tres cuarto de aforo) y aplaudir un espectáculo que sólo refleja la sombra de lo que ella era.
Fotografías © Flamenco on Fire / Susana Girón
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