Programación Flamenco on Fire 2022 – Toda la información
Oficialmente iniciada en Viana (Navarra) el pasado 12 de agosto, la novena edición del festival Flamenco On Fire dio ayer comienzo a sus días grandes, más que consolidados en la temporada estival del norte peninsular, con muchos nombres propios y agravio meteorológico incluido.
La esperada llegada de esta edición por fin sin restricciones ha conseguido, de momento, barrer algunas voces críticas con señalaban el cartel como algo cojo y reiterativo. Sin embargo, desde aquí, donde las papas queman, las cosas se ven de otra manera y dejarse la piel suele ser el denominador común.
Como el desdoblamiento y/o la teletransportación no son, actualmente, una opción factible, no pudimos estar en todas partes, pero les contamos lo que sí. El primer balcón del certamen lo estrenaba el Ayuntamiento de Tudela con los artistas locales Alberto Jiménez Gilabert ‘Bayron’ y Bruno Jiménez y los jerezanos José Montoya Carpio ‘El Berenjeno’ y Manuel Heredia. Esta combinación del flamenco autóctono y el foráneo es una de las inquietudes de la organización del festival desde que empezara en 2014 y agradecemos que así siga siendo, pues permite descubrir nuevos horizontes cercanos y también ver a potenciales o grandes figuras a alturas, literalmente, distintas.
Tras el diluvio universal que cayó en Tudela por la tarde y cuando ya todas pensábamos que suspender era la única opción, ocupar los soportales del patio del Conservatorio Fernando Remacha fue la tercera vía. A priori deslucido por el cambio de ubicación, el recital que ofreció Ismael De la Rosa González ‘El Bola’ junto a Yerai Cortés compensó con creces las molestias meteorológicas y los apretones. El ansia por disfrutar del cante de cerca se palpaba –como el tremendo bochorno- en un ambiente que acogió con cariño todo lo que Ismael y Yerai acometieron: la bambera en son de fandangos (“como la tenía grabada Pastora”, dijo el sevillano); siguió por siguiriya con una guitarra medio surfera y millennial, terrenal y corajuda; tiró por alegrías que se tomaron varios cafelillos en Utrera rindiendo pleitesía y alcanzamos cima con una taranta-minera que remató cantando al cuello con letras de Manuel Molina por bulerías pa escuchá. Con Sevilla como punto de guía y de fuga, se fueron para Triana por tangos y, para poder cerrar por bulerías, el propio cantaor tuvo que mandar callar al respetable. Vamos a escuchá de verdad, señorías.
Poco más que añadir sobre esta pareja que no ceja en su empeño de experimentar en los recovecos más dulces y desgarrados del repertorio flamenco y que, juntos o por separado, se entregan al disfrute de la ejecución de su instrumento hasta más no poder. Y que, lejos de la contracción, sus maneras ensanchan los pulmones y permiten el rejalo sabroso. No sé por qué me da que eso no se puede fingir. Qué suerte tiene el flamenco de tenerlos entre sus filas.
Y para poder ver a Rafael Riqueni en el balcón del Palacio de Navarra en Pamplona–espacio nuevo que gana el festival- tuvimos que perdernos los ’40 años de flamenco’ de Carmen Linares con Pepe Habichuela como artista invitado en Tudela. El recital de Riqueni estuvo bendecido por una lluvia fina que ya no estallaría ante un público que, acostumbrado a estas latitudes, disfrutó casi sin inmutarse. Tal era el magnetismo de la sonanta del sevillano –una, toda ufana, se atrevería a decir que la de siempre- que no sólo llenó el patio del Palacio, sino que parte del público se arremolinó tras las rejas en la calle. Tocó piezas de su último disco, Herencia, de extrema belleza como la Farruca Bachiana o aquella que nos lleva a la Suite Iberia de Isaac Albéniz. La ejecución de Rafael rezuma gran sofisticación, aunque al mismo tiempo trae aromas de factura familiar y popular, de donde realmente bebe. Su acercamiento a la guitarra es afectuoso y, toque lo que toque, te acuna. Cuando toca Riqueni te canta una nana con las manos. Momento de lo más entrañable para cerrar la primera jornada del maratón que terminará el domingo, 28 de agosto. Si el año pasado el leitmotiv del festival era ¿Qué es el flamenco?, este año se vertebra a través de La lírica flamenca o,aquí entre nos, qué canta el cante (#QuéCantaelCante), toda una invitación a reflexionar en torno a las letras que elige quien canta para decir el cante y como lo recibe quien lo escucha o lee. Quizá también tenga la intención de subrayar, más o menos tímidamente, una mirada crítica a ciertas actitudes que reflejan algunas letras de siempre y que dicen muy poco -o muy mucho, pero no muy decente- de quien las repite sin cuestionar y sin repreguntarse el orden establecido.
Fotografías Ismael de la Rosa ‘El Bola’ & Yerai Cortés por Susana Girón
Fotografías Carmen Linares & Pepe Habichuela por Susana Girón
Fotografías y video Rafael Riqueni por Rafael Manjavacas
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