Programación Flamenco on Fire 2022 – Toda la información
El show debe continuar mas no sin antes detenernos en el mordisco que nos propinó ayer la noticia del fallecimiento de Manuel Muñoz Alcón, Manolo Sanlúcar, el músico total. Premio Nacional de Música y Medalla al Mérito de las Bellas Artes, este guitarrista y compositor ostentaba sin embargo el mejor galardón de cuantos recibió: el hondo respeto de sus congéneres hacia su persona y la admiración sincera hacia un legado lleno de dignidad y altura moral, ingenio y espiritualidad en torno al flamenco, probablemente la única bandera que besaba.
Precisamente hace tres días se proyectaba en el Civivox Condestable de Pamplona el documental El legado, pieza audiovisual centrada en la figura del sanluqueño realizado por Juanma Suárez en 2019. Habrá que ir integrando su partida y será necesario arremangarnos para bucear más y mejor en su patrimonio musical. Lo de la Llave de Oro del Toque veremos en qué queda, aunque espero que sepamos encontrar más cotidianas maneras de rendirle tributo a un hombre decente, íntegro, amable. Aunque en el flamenco una esté siempre diciendo adiós, mentando el pasado y cómo se hacían las cosas allí, aprender la lección de amar y despedirse no resulta fácil ni mucho menos indolora. Si insistimos y permanecemos, ¿será que tú también sientes que el flamenco te salva todos los días?
Ayer el flamenco volvió a hacerlo, Pamplona nos regaló de nuevo un día claro con esos momentitos dulces donde nadie se enoja y sientes que el planeta aún puede aliviarse. Antes del primer balcón ya esperaban a José Mercé decenas de fans en la puerta del hotel. El jerezano sacó a relucir su mejor cara junto al jovencísimo Manuel Cerpa que, sepan ustedes, además de tocar como ya saben, posa que no veas. Cosas de los millennial. Nos vimos obligadas a perdernos el segundo balcón en La Perla (donde nos dicen por el pinganillo que José Manuel Cortina y Manuel Machado hicieron las delicias de una plaza del Castillo a rebosar como manda un sábado) porque ver a Francisco Suárez Torombo en vivo es una experiencia religiosa. Te guste el flamenco o no, estés cerca o lejos, no podrás olvidar su abordaje: “¿sabes lo que es un ole? Esa palabra que se usa cuando no tienes cómo definir el arte tan grande que estás viendo”. Quienes lleven años dedicados a sesudos planes de investigación postdoctorales para resolverlo esta cuestión estarán tirándose de los pelos. Ahí lo tienen, así que dejen de preguntar cuándo coño se dice.
Tampoco nos perdimos el triángulo de las Bermudas formado por Fermín Lobatón con la aparición estelar de una Mari Peña absolutamente sembrá de age y su escudero Antonio Moya en la Librería Katakrak (a la que yo iría todos los días a sentarme en un rinconcillo). A esta pareja de Utrera, aparte de comerles el corazón, hay que seguirles la pista porque no paran de aportar. Es un gusto estar con ellos. Reflexiones en torno a la lírica flamenca; el flamenco como modalidad poética y repaso a la labor de Demófilo entre otros menesteres. A Fermín, nacido en el jerezano barrio de La Asunción, hay que escucharlo siempre, pero no sólo por eso.
A reventar estaba, ya por la tarde, el patio de Ezpeleta, para recibir a Alonso Núñez El Purili, que suele vivir en estado de gracia. Este jovencísimo cantaor de La Línea de la Concepción es un viejo a sus veintiún años, aunque ya lo era de antes. Escoltado por Antonio Moya, sobresalió su martinete final y, sobre todo, por fiesta, donde reinan sus bulerías en las que se baila y se canta pa darse chocazos con los quicios que te encuentres. Quizá se sintieron bastante solitos allá arriba en un espacio tan amplio; afortunadamente tendremos esta noche la oportunidad de volver a escucharlo en el Zentral.
A María Toledo apenas pudimos pasarla a saludar por el Teatro Gayarre porque si no, no llegábamos a La Confluencia. Por lo que pudimos ver, el formato convenció a un público quizá más alejado del flamenco, distinto sin duda al que elige otras de las propuestas de este Flamenco On Fire 2022. El tándem ranchera flamenca que la pianista propone llevaba, amén de otros instrumentistas, a dos grandes de Lebrija: Manuel y Juan Diego Valencia, palmeros de pro sin los que se caen los cimientos del templo de Salomón. Y volando para Baluarte porque antes de perderme lo último de la compañía de Rafael Estévez y Valeriano Paños, me provoco un esguince de tobillo corriendo por Estafeta. Un momentito, que freno, o como suele decir el periodista jerezano Juan Garrido parafraseando a La Paquera, tranquilita, coge tono primero y ya después… (reseña La Confluencia de Estévez & Paños)
Fotografías Rafael Manjavacas
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