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Texto: Mari Katsigianis
Baile: Belén Maya. Cante: Mayte Martín. Guitarra:
Juan Ramón Caro, José Luis Monton. Violín:
Olvida Lanza. Palmas: Sara Berrero, Susana Medina
El programa arrancó con Preludio y Soleá,
y Belén Maya envolvía su bata de cola blanca alrededor
de Mayte Martín, la cantaora cuyo vestuario y modo de moverse
y de cantar impresionan como masculinos a la vez que le resultan
naturales y perfectos. De hecho, fue un enorme placer disfrutar
de su poderosa pero tierna voz. Esta cantaora catalana tiene un
registro que sería la envidia de muchos hombres, pero a diferencia
de cualquier otra cantaora actual, proyecta un espíritu inconfundiblemente
suyo.
No estaba preparada para el estilo tan personal y original de la
señorita Maya. Sus movimientos staccati en la Vidalita presentaron
posturas sorprendentes, todo ajustado al compás con una extraordinaria
perfección. Para la que escribe, fue un gusto adquirido a
lo largo de la obra, y confieso que llegado el final, me había
convertido en creyente como los demás presentes.
Un enorme placer disfrutar de su poderosa
pero tierna voz.
Foto por Klaus Handner
Su taconeo es impresionante, pero el más notable elemento
de su presentación son los movimientos angulares y rítmicos
de su braceo, especialmente admirable en la Guajira. Estas contorsiones
casi no humanas son directas, equilibradas, poderosas e inspiradoras.
Con el último baile armó el “belén”,
empleando la bata de cola de mil maneras novedosas. ¿Puede
hoy en día cualquier otra bailaora realizar algo tan difícil
con tanta agilidad y gracia? Es poco probable. Y hay que tener en
cuenta que estaba trabajando con una desventaja muy importante:
era obvio que la bailaora estaba muy resfriada, a tal extremo que
tenías ganas de mandarla a camita con un Frenadol. No obstante
nos mantenía absortos y fascinados como sólo una artista
de su talla podría hacer. Se ha formado simultáneamente
como pieza fundamental de la santa trinidad del baile femenino junto
con Sara Baras y Yerbabuena. La más joven de las tres, vivía
en California durante un tiempo con su madre y no es pez fuera del
agua en este país (de hecho nació en USA cuando sus
padres Mario Maya y Carmen Mora estaban de turné). Su baile
parece delatar que tiene cierta perspectiva norteamericana.
En esta obra expresa mucha angustia y ansiedad, una intensa añoranza
que hace que contemplemos las injusticias de la vida…¿porqué
la gente buena sufren desgracias? ¿porqué algunos
se hacen ricos y otros se vuelven locos? Llega esta persona con
su sensibilidad para plasmar estos pensamientos, sensaciones y sueños.
Contorsiones casi no humanas…directas,
equilibradas, poderosas e inspiradoras.
El señor José Luis Montón se merece la más
profunda admiración, un guitarrista de excepcional sensibilidad
artística que derrocha toda su personalidad cuando toca.
El tema titulado Interludio fue magia pura. Este músico es
otra cara que nos ilusiona volver a ver antes de que pase mucho
tiempo.
Esto ha sido un espectáculo que ha dejado huella y será
un grato recuerdo durante muchos años.
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