Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma
David Carpio 'Con la voz en la tierra'
Daniel Doña Compañía de Danza Española – 'No Pausa'
Miércoles, 7 de marzo, 2018. Jerez de la Frontera
CON LA VOZ EN LA TIERRA.
Sala Paúl, 1900h. Voz: David Carpio. Guitarra: Santiago Lara, Diego del Morao. Percusión: Carlos Merino. Palmas: Chicharito, Carlos Grilo, Diego Montoya, Javier Peña y Marce. Artistas invitados: Manuel Valencia (guitarra), Pablo Martín (contrabajo) y Diego Villegas (armónica).
Esto es como aquellas máquinas tragaperras, que tiras de la manivela y a ver si salen los dibujos para premio. Anoche, las dos actuaciones dentro del programa del Festival de Jerez dieron el “premio” de excelentes experiencias teatrales en distintos formatos y líneas.
En primer lugar, el joven cantaor David Carpio al que vimos y reseñamos en el Festival de Nimes hace poco más de un mes cuando escribí, “la elevada calidad de este cantaor emergente es un triunfo personal que nadie puede poner en duda”, anoche dejó claro que viene a ocupar su lugar dentro del panorama, el difícil panorama del cante clásico. Vino a presentar su nueva grabación “Con la voz en la tierra”, pero si para otros una presentación es un empeño publicitario, David ha manejado la ocasión con toda la responsabilidad e interés que requiere un recital o espectáculo sin producto asociado.
Entrega el cante rigurosamente clásico, siempre buscando perspectivas frescas con la ayuda, según cuenta, de David Lagos, “un maestro con sus ideas”. El romance con el que abre acompañado por percusión agresivamente ternaria, directamente da un aire de rock, sin restar nada de la interpretación. Ese primer cante, ya le valió una calurosa ovación del público.
Sentado, con el acompañamiento de guitarra de Santiago Lara, que también produce el disco, canta tarantas. Siempre los aficionados hablamos del cante “masticao”. David va más allá; lo mastica, lo derrite, lo riega de oloroso seco y lo vuelve a masticar, hasta que exprima todas las posibilidades. Es una bellísima voz flamenca, dulce e hiriente, con aquello tan difícil de lograr: personalidad.
Una mezcla de milonga con bambera (a que suena raro…pues no), queda airosa a la vez que profunda con Diego Villegas a la armónica. Tangos del Piyayo con el contrabajo de Pablo Martín, y cierto aire argentino. Es admirable el repertorio amplio que trabaja David Carpio. Interesantísima la soleá apolá cantada con el contrabajo, y este hombre de la Plazuela jerezana se atreve a marchenear…y le sale perfecto porque lo hace con cariño, y el público le admite todo.
La bulería dedicada a, y acerca de Moraíto, con composición y música de David y Alfredo Lagos, es un viaje emotivo acompañado a la guitarra por el mismo Diego del Morao. A continuación es el momento perfecto para siguiriyas, el cante más jerezano, con el acompañamiento de Manuel Valencia cuya guitarra suena a pasado y a futuro, interpretada por David con una intensidad que no es fingida, porque eso se nota.
Fandangos naturales navegan de forma natural hacia Huelva, y más bulerías (estamos en Jerez, no lo olviden), y justamente cuando te estás sintiendo bien despachaíta de flamenco, aparece Manuel Liñán con su baile de pellizco que no da tregua.
Cuando se calman los aplausos, David se queda solo con su martinete, y sabes que este intérprete está destinado a cosas importantes.
DANIEL DOÑA COMPAÑÍA DE DANZA ESPAÑOLA
“NO PAUSA”
Teatro Villamarta, 2100h
Bailarines: Daniel Doña, Cristina Gómez, Soujung Youn, Cristian Martín. Guitarra: Francisco Vinuesa. Cante: David Vázquez. Coreografía
Otra perspectiva fresca, pero de la danza española y su relación con el flamenco. Daniel Doña, titular de la Compañía, bailarín, director y coreógrafo, afirmó el día anterior en la rueda de prensa que “lo importante es la danza”, y en seguida quieres darle las gracias por librarnos de conceptos impenetrables y oscuros, dejándonos libres para disfrutar del producto sin más trajín. Y hemos disfrutado. He disfrutado. Cuatro bailarines para interpretar los diversos estilos de la danza española. Pero hasta eso es un exceso de bagaje intelectual. Lo importante es que los componentes son profesionales de mucho talento, las coreografías son originales y a veces sorprendentes y no ha sobrado ni faltado nada. Una perfecta joya, con la exquisitez de bailarines dentro de una caja de música, y despertando la misma fascinación.
El toque de palillos, sin complejos, danza española de zapatilla y de zapato como se popularizó en Europa en el siglo diecinueve, baile contemporáneo sin empachar en ningún momento y, curiosamente, más flamenco que en algunos espectáculos presuntamente flamencos. Sientes la relación entre escuela bolera, folklore y flamenco, un constante tira y afloja que llegaría a parir el baile flamenco más o menos como hoy está conformado.
El cantaor David Vázquez maneja bien un repertorio complicado de cante minero, zorongo (una pequeña obra maestra), cantes de trilla (un milagro coreográfico), abandolao-bolero (una delicia) o petenera (original y arcaica a la vez), con la guitarra de Francisco Vinuesa.
El “fin de fiesta” es la recreación de una panda de verdiales, con algo más, y deja al público sonriente y feliz habiendo podido vislumbrar el flamenco justamente antes de su pérdida de la inocencia.